JOSÉ RAFAEL LANTIGUA
Valió la pena.
Ser simiente, ser rebeldía, ser bravura, ser canción.
Valió la pena.
Abrir las compuertas del futuro desde la firme materia de la libertad, para conjurar agravios, para enfrentar tibiezas, para abrir caminos, para espabilar la conciencia, para instaurar valentías que pudieron vencer el miedo y el ultraje.
Valió la pena.
Aunque hoy sean otras las estrellas y los cielos.
Aunque hoy sean distintas las vías y la cosecha.
Valió la pena.
Ser simiente, ser rebeldía, ser bravura, ser patria, ser canción.
La de hoy, 40 años después, es la canción de la memoria y el recuerdo.
Es la canción del grito y la batalla.
Es la canción del homenaje y de la gratitud.
Gracias a los héroes de abril, los idos, los que permanecen, los conocidos, los anónimos.
Gracias por permitir que sobre la tierra nuestra viéramos surgir los soldados valientes que, desde el honor y la vergüenza, escribieron un capítulo ejemplar de nuestra historia.
Homenaje a los que sirvieron al propósito fecundo de engendrar la semilla de la libertad y de la democracia.
Homenaje a los que sirvieron desde las trincheras y desde las letras y desde las artes y, siempre, siempre, desde la solidaridad y el desafío.
40 años después los recordamos con gratitud y con firme e invariable veneración.
El Gobierno Dominicano, a través de la Secretaría de Estado de Cultura, que ha convertido esta Feria del Libro en un espacio de respeto y reconocimiento a la gesta de abril, saluda con reverencia a los inmortales de aquella épica jornada, a sus ideales, a su reclamo constitucionalista, a su arrojo, a esa irrefutable verdad histórica que fue el coraje, que fue el pensamiento, que fue el ideal de libertad y de respeto a la soberanía.
El gran Pabellón de Abril que creáramos este año y que ha sido el más visitado de la Feria del Libro, y el programa de actividades en recordación de aquella gesta bravía de la historia nacional, abre caminos a la conciencia y a la memoria, para que enarbolemos sin mediastintas, sin acomodamientos, sin resquemores, la verdad que debemos sustentar:
Valió la pena.
Sí, aunque muchos sueños quedaran truncos.
Aunque se rompiera el alma por los dolores múltiples.
Aunque se torcieran rumbos.
Aunque la tempestad arruinara la estela
Y el viento frío anegara de sombras el corazón,
Valió la pena.
Que nadie se crea con derecho para ultrajar la heroicidad de abril.
Que nadie eche lodo sobre las memorias de la gesta.
Que nadie manche el recuerdo de la epopeya.
Abril es una gesta intocable. Que nadie nos mancille su bandera.
Que se llame a formación para pregonarlo limpiamente:
Valió la pena, Coronel Caamaño, héroe fértil e inmaculado, héroe de la patria.
Valió la pena, Coronel Fernández Domínguez, héroe del ideal, semilla de libertad arrojada al surco, simiente.
Valió la pena, Coronel Montes Arache, héroe del arrojo y la decisión, guerrero infatigable contra el invasor.
Valió la pena, Coronel Hernando Ramírez, héroe de la decisión y del comienzo vigoroso de la gesta.
Valió la pena, Capitanes y Comandantes del coraje.
Valió la pena, poeta Jacques Viaux, héroe de la letra y del poema que siembra la guerra.
Valió la pena Comandante Jiménez Moya, por la epopeya fundacional.
Valió la pena Manolo Tavárez, héroe de la patria, por la coherencia en el ideal, por el martirio, por el ejemplo.
Y en ustedes, todos los héroes,
los del pensamiento político y los del ideal,
los del arrojo en los combates y los del fusil,
los de la letra poética y los del arte de la guerra.
Todos, sin excepción, todos.
Valió la pena.
Este acto memorable del cuadragésimo aniversario de la Gesta de Abril de 1965, es una manera, la más firme y auténtica de reclamar respeto a los héroes y una memoria grande y firme, para que no se olvide.
Que la noche de abril nos ilumine a todos para que fundemos, sobre aquella simiente, surcos nuevos de progreso, de respeto, de democracia y libertad, para todos los dominicanos.
(Palabras pronunciadas por el licenciado José Rafael Lantigua, Secretario de Estado de Cultura, en el acto conmemorativo del 40º aniversario de la Revolución de Abril de 1965, celebrado la noche del martes 26 en la Sala Eduardo Brito del Teatro Nacional, dentro del programa de la VIII Feria Internacional del Libro Santo Domingo 2005).