Restaurar los 907 manantiales vírgenes de Valle Nuevo, bautizado con propiedad como La Madre de las Aguas de la isla Española, constituye en estos instantes históricos el primer reto de resarcimiento de ese clave entorno en el presente año declarado por el decreto 396-19 del presidente Danilo Medina como Año del Desarrollo Agroforestal, y monitorearé si será verdad el laudable propósito.
Surcando el espacio aéreo durante los cuatro años de su primer administración en 256 Visitas Sorpresa, el presidente Medina y el anterior Leonel Fernández, cierto que pudieron percatarse del desastre forestal de grandes áreas descubiertas de bosques en la Cordillera Central de coníferas, en la Septentrional de latifoliadas, agredida por los extractores de grava y ámbar, y por supuesto, la agricultura y ganadería de Valle Nuevo.
Valle Nuevo es un tesoro forestal y acuífero, propiedad de diez millones de dominicanos, que debe protegerse acorde a la legislación forestal vigente, el decreto de 1961 que declara Vedado; 1983 Reserva Científica; el 202-04 de 1994; el 233-96 Parque Nacional exclusivo como centro educativo y turismo ecológico y la ley Forestal 64-00, promulgada por el presidente Hipólito Mejía.
Todos los gobernantes, excluyendo al presidente Joaquín Balaguer, Padre del Bosque Dominicano, son culpables de la degradación y contaminación en Valle Nuevo, que peligra la salud de la mitad de la población dominicana, permitiendo agricultura, ganadería y a poderosos políticos y económicos construir villas.
El ministro de Medio Ambiente, Francisco Domínguez Brito, ordenó el 29 de septiembre pasado desalojar en 120 días a 20 mil residentes en Valle Nuevo y desmantelar toda actividad agroforestal, plazo que venció el 27 de diciembre.