Valor fundamental de los tiempos modernos

Valor fundamental de los tiempos modernos

Recientemente leí algo que llamó mi atención: “Se dice a menudo que queremos ser, un ser humano nuevo, tener un mundo más justo, una sociedad mejor, una juventud sana, una infancia feliz, una Iglesia comprometida, una vida saludable… Parece que todo lo que hemos vivido en los últimos años – crisis, indiferencia religiosa, materialismo, ruptura familiar –  ha sido como un mal sueño. Cuando más se ha hablado de progresismo, más intensa y dolorosa ha sido la regresión de nuestra sociedad”.

Resulta que cuando ese otro nos devuelve el espejo de la propia carencia, nos da miedo. Y no hay cosa más temida en esta cultura que la pobreza. El pobre simboliza en su imagen el cúmulo de aprensiones sociales burgueses, de necesidades amputas e inconclusas. No hay nada peor en esta sociedad que carecer y no poder resolver en la inmediatez.

Pero esto es lo que nos lleva muchas veces a cuestionarnos todo lo que hemos hecho, y lo que se ha luchado por tratar de tener una mejor vida, estudiando arduamente,  trabajando con empeño y total honestidad, siendo justos y cautos en los pasos dados y decisiones tomadas, pero total ¿para qué? para que al final pese más las relaciones, el status social, tu físico, lo que tienes o no….  Tal parece que la vida fuera como el juego de la lotería, no sabes por qué pero no solo no tienes el número ganador, sino que te tocó el peor número, el más feo, un papel roto en blanco y negro. ¿Qué harás con ese número? Si pierdes en el juego parece que no importa, pero en la vida nadie quiere perder, nadie quiere una decepción de vida.

Hay que transformar – como dicen –  las estructuras sociales, para hacerlas más justas, más solidarias. Se hace preciso combatir la injusticia, rechazar el egoísmo opresor, mejorar la persona, unir la familia. La vida tiene un sentido que va más allá de conveniencias y que nos recuerda que los seres humanos tenemos vocación de eternidad.

El modelo de vida basado en poseer más y más, consumir sin medida, divertirnos sin limitación, nos ha llevado – pienso yo – por los oscuros caminos del fracaso, pero irónicamente vemos cómo quienes viven bajo esta filosofía de vida son los que muchas veces llegan más lejos, y alcanzan objetivos, para otros, casi absurdos.

Aunque debemos considerar que actualmente las políticas de Estado suponen que el bienestar se ha vuelto un valor fundamental de los tiempos modernos. Cualesquiera que sean los regímenes políticos o el estado del desarrollo económico, y aún si el bienestar no es el fin inmediato es prometido a término, es prometido a todos y para todos. ¡Esperemos que así sea!

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