Valores e identidad al óleo

Valores e identidad al óleo

La experiencia visual, emocional y espiritual de un mundo en decadencia y el consiguiente clamor por el cambio son el resumen de las pinturas que expone Diana Méndez en su primera exposición individual, que presenta en la Sala de Exposiciones del Instituto Cultural Domínico Americano. Titulada “Una artista, un sentir”, la exposición expresa a través de 17 obras sus impresiones sobre “nuestros valores como pueblo, por nuestra bella ecología”, al tiempo que gime por más amor entre los dominicanos.

Su pincel se decanta por el óleo para representar mediante vívidos colores su preocupación por  la conservación de reservas naturales como las cuevas del Pomier o de valores como la dignidad humana, teniendo siempre a Dios como parte esencial de su inspiración… “Creo que Dios pone la materia prima y la academia capacita para dominar el oficio. Sin embargo, el amor, la dedicación y la disciplina son las que hacen el perfil artístico que se tenga”, sostiene.  “Aunque parezca extraño -expresa el crítico Ruahidy Lombert- la obra de Diana posee un impulso romántico en que se conjugan las relaciones sentimentales del ser humano con su entorno y, en toda su esencia, con el arte. Se plantea la búsqueda de un lenguaje, casi místico, de la esencialidad de lo real en un ámbito en que los personajes, más que buscar la belleza, buscan despertar la fe de quienes los contemplan. Esas verdades peculiares expresan y comunican todo un universo de imaginación, tanto en la dimensión semántica de sus símbolos como en la estructuración de una peculiar circunstancia, en la que la autora reviste de un nuevo significado la obra, dotándola de una nueva identidad. De este modo, su obra se hace portadora de una encantadora, cautivante y seductora fantasía poética. Y esto no es extraño, Diana no sólo pinta, también escribe y ha hecho teatro”.

El momento oportuno.  Dedicada desde que tiene memoria al arte, se dedicó a explorar en la escultura, el dibujo, pero más especialmente con la pintura -que es con la que más se identifica- combinando estas pasiones con su profesión de médico.  Es así como se dedica durante años a la investigación independiente de esta expresión artística, hasta que  ingresa a la escuela del maestro Guillo Pérez y más tarde a la Escuela Nacional de Bellas Artes (ENBA), donde cursó la carrera de Artes Plásticas.

Antes participó en exposiciones colectivas de la ENBA, en la Exposición de Médicos Pintores de la AMD (2003) y en homenaje a otros artistas como Gilberto Hernández, Clara Ledesma y Wassily  Kandinsky. Pero el momento propicio para presentar su primera individual no llegó sino hasta ahora.

Más orgánica

Evolución

“Recuerdo que diez años atrás geometrizaba y hasta deformaba mucho la figura humana, una especie de expresionismo planométrico, pero ahora siento que soy más orgánica, pensando en el  mundo psico-afectivo de las personas, ya que muchas veces nos invade una hojarasca burocrática. Amo la parte mística que se produce cuando estoy pintando (tal vez eso sea lo que Kandinsky, maestro de la Bauhaus de Alemania, llamó lo espiritual en el arte). Cuando llega esa vibración, entonces sé que debo soltar el trabajo porque ya está ‘cocinado’ y listo para servir y degustar”, añade Méndez.

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