El chismorreo mediático a raíz del asesinato de un conocido presentador de noticias por unos prostitutos homosexuales cuyos servicios había utilizado, ilustra cuán distraída está la sociedad dominicana de los valores en que debería fundamentarse.
No me refiero a la homosexualidad. Según entidades internacionales de reconocida credibilidad, entre un 9 y un 10% de toda la población mundial es homosexual o bisexual. De modo que no se trata de juzgar ni condenar a las personas cuya sexualidad cae dentro de esa categoría demográfica.
Supongamos que el asesinado haya estado ejerciendo su aventura de cabaña heterosexualmente. Que en vez de tres otros varones, hayan sido tres jovencitas de igual edad. ¿No resultaría una monstruosidad que una persona a quien ciertos medios pretendan vender post-mortem como un ciudadano modélico comprara desde hace tiempo favores sexuales a jovencitas carenciadas? ¿A muchachas que, si es verdad que han estado ejerciendo su oficio desde hace años, eran menores de edad al iniciarse en esas sórdidas prácticas?
El morbo se alimenta de lo inusual. Un asesinato cometido con más de cuarenta puñaladas por tres individuos que previamente torturaron a su cliente y que además de matarle le robaron, no puede excusarse alegando la pobreza de los matadores ni ninguna otra circunstancia.
La criminalidad no es la única opción de los marginados. Hay centenares de miles de ejemplos de jóvenes de sectores marginados, carentes de recursos, quienes se esfuerzan por estudiar y trabajar. Justificar a estos asesinos por su origen social es una afrenta a millones de jóvenes igualmente pobres quienes optan por la decencia, la honestidad y la rectitud.
Al muerto lo mataron por sus excesos, no por homosexual. Previo al asesinato, su falta no fue hacer de esa cabaña una prolongación de su clóset, pues su inclinación sexual no era ningún secreto. Ni siquiera vale la pena entrar a moralizar acerca del sexo en grupo, que no es ilegal. Lo ilegal es prostituir a menores de edad, sean o no del mismo sexo. Aparte de ilegal, ¿puede ser modélico quien opta por tan deleznable bajeza?
Este artículo no es sobre el muerto, que en paz descanse. De lo que se trata es de cómo nuestra sociedad se escandaliza por motivos equivocados. Todo el debate mediático sobre este lamentable caso ha sido más guiado por el morbo que por el buen juicio sobre los valores. ¡Qué desgracia!