¡Vamos a innovar!

¡Vamos a innovar!

¡Píndaro! Y ahora que ya pasó la chercha de las elecciones… ¿Qué piensas hacer?

Jejejejejeje… Herminio…  ¡Ahora me las traigo! Lo que para muchos es como hacer gárgaras boca abajo, para mí es como empezar una nueva vida.

Y… ¿Qué cuento es ése de que Píndaro va a empezar una nueva vida?

Ahhh, muy sencillo: ¡Primero lo primero! Tengo que reconocer que dentro de mí tengo una capacidad, que por muy mínima que yo crea que sea, siempre me da luz verde para innovar. Si yo reconozco eso que parece un disparate, tengo la mitad del pleito conmigo mismo ganado…

Ahh, sí… ¡así es muy fácil decirlo Píndaro! Yo siempre he pensado que tengo una musiquita por dentro pero como a veces suena un poco alta –digo, creo yo- no me la dejan tocar y prefiero tenerla apagada… ¿Cómo tienes la cachaza de recomendarnos que saquemos algo de adentro de nosotros en público… así “a boca e’jarro” como dicen…

Muy sencillo, Herminio… Siempre se habla de crisis… crisis de cuartos, crisis de amores, crisis en el trabajo y un montón de crisis más que se han inventado para fuñir al mundo… Pero, en realidad, las crisis las arman y re-arman aquellos sectores a los cuales les conviene que tú y yo no nos mostremos como somos, sin tapujos y caretas… Siempre he pensado, que aunque se avecine una crisis cultural y de identidad en nuestros continentes, nunca podremos decir que se ha debido a una ausencia de creatividad que, a fin de cuentas, es lo que mueve al mundo.

¡Diantre! … ¡Te metiste pa’lo hondo, Píndaro! … ¡Tú pareces un soñador empedernido!

Jajajajaja… Es que no tengo que ser un soñador para valorar las cosas sencillas de la vida. Simplemente, te invito a que des rienda suelta a toda ilusión que puedas tener dentro, o que tú veas venir, y deja libre tu corazón para que te des cuenta de que no todo es el dinero, o la falta de él, en la vida.  Cuando te propones lograr un cambio en lo que te rodea, dale rienda suelta a tus ideas… no las castres… no las minimices… no las ignores… ¡Dale pa’lante con to’el pié!

Píndaro, cuando hablas así me parece que estoy escuchando a mi marciano favorito…. El de aquella serie de TV de hace unos años… ¡siempre soñando!

No … no me repingues de esa forma Herminio… Nunca olvides que en tu época nació la generación de la curiosidad… de la creatividad… Lamentablemente, los sistemas en que te ha tocado vivir no te han permitido crecer en esos principios… Eso yo lo sé y tú también, pero te haces el pendejo para hacer la vida más llevadera… En lo que sí estoy seguro es de que aprendiste de tu generación a formular y cumplir compromisos, así fuese con tu propio futuro y eso es lo que más vale. A nosotros nos enseñaron a soñar, pero a muchos se nos ha olvidado cómo se hace eso… ¿Con qué se come eso?… Pues, eso no se come… ¡se vive! Da pena ver cómo muchos de nosotros, hoy empresarios exitosos, castramos a nuestros empleados y no los dejamos soñar… no los dejamos trabajar apasionados, porque deben ser máquinas humanas…

Oye Píndaro… ¿Tú me estás diciendo que a los empleados hay que dejarlos soñar? … ¿Qué cuento es ése?

No es un cuento…. Es una simple realidad…. A muchos de nosotros nos gusta ver los resultados diarios de la Bolsa… cómo se comportan las empresas en las cuales tenemos puesta la mira para invertir… pero, ¡nunca miramos cuál es el corazón de esas empresas! Un solo ejemplo te pongo que puede muy bien ser aplicado a nuestro país: En Google –la empresa de mayor crecimiento en tecnología en la última década- lo que define a sus trabajadores es “la pasión” que se les permite poner a cada momento de su trabajo. El interés que ellos puedan tener en sus demás compañeros. Se tiende a tener un miedo terrible cuando se les permite a los empleados en la empresa el derecho de soñar… Siempre se piensa en el serruche de palo… y… ¡En mi empresa eso no puede pasar!

El interés que puedas poner en las otras personas, te garantiza tu éxito empresarial… Y, no lo voy a repetir de nuevo… Céntrate en tu gente… ¡no tanto en tus cifras! ¡Te sorprenderás de por cuánto vas a multiplicar tus cifras!

¡Date el permiso! ¡Vamos a innovar!

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