Vamos mal

Vamos mal

BONAPARTE GAUTREAUX PIÑEYRO
Ahora que este diario se ocupa de uno de los grandes temas nacionales refiero lo que me ocurrió en la playa de Boca Chica el último domingo. Fuimos a comer a un restaurante que conoce mi hija Nieves Cristina, en el cual la comida es excelente, pero… La playa de Boca Chica es un modelo de reforma del usufructo de la tierra por parte del más tíguere, de quien tenga más tabaco en la vejiga y delimite un pedazo de arena, coloque tres sillones, una sombrilla grande y se convierta en “dueño” indiscutido del área.

Por ello quien visita la playa sólo puede disfrutar de la vista del mar hasta que llega a escasos 15 ó 20 metros de la orilla. Una nube de sombrillas multicolores, en buen y mal estado, conforma el horizonte de Boca Chica.

¿A quién o a quiénes se les ocurrió hacer una reforma de la propiedad territorial en Boca Chica?

Lo que ocurre allí no es extraño, forma parte del desorden nacional, del me-da-la-gana de uno que se asocia al otro y luego se convierten en un grupo de padres de familia, con apoyo de iglesias, sacerdotes, grupos de presión de los alborotadores y acogida de la prensa.

Lo extraño es que, hasta ahora, a nadie se le ha ocurrido dormir en el Panteón Nacional de la calle Las Damas o dentro del monumento donde dicen que están enterrados los restos de Duarte, Sánchez y Mella en el parque Independencia.

Aquí si es verdad que no hay autoridad de ningún género.

Aquí se ejerce el inexistente derecho a la arbitrariedad, al abuso de poder, al tráfico de influencias, a la presión de grupos que respaldan el bandidaje, el desorden, la indisciplina, el irrespeto a la ley.

En ocasiones algún descerebrado opina que se necesita mano dura. ¿Mano dura para qué? ¿Para cortar cabezas? ¿Para hacer que se cumplan las leyes, decretos, reglamentos y resoluciones emanadas de autoridad competente?

Los enfebrecidos infelices que añoran gobiernos y actitudes de fuerza, son rechazados por quienes somos responsables de la construcción de nuestra imperfecta democracia. Recordemos: toda obra humana siempre es perfectible.

Aquí lo que se necesita es un gobierno que tenga suficiente coraje, honestidad, seriedad y decisión para gobernar con la ley.

Basta con que se apliquen y se observen las leyes para que el país adquiera otra imagen.

Mientras los gobiernos sean permisivos, que lo han sido todos, este y los anteriores, mientras el ejercicio no se ejerza la autoridad con respeto a la Constitución y a las leyes, continuaremos con este relajo.

Cuando veo tanto afán por ocupar posiciones públicas, en partidos y en gobiernos, pienso ¿para qué, si no son capaces de aplicar las leyes?

¿Qué se busca, servirse o servir al pueblo? Hasta ahora parece que una buena parte de aquellos a quienes se les confiere el honor de servir al país, confunden el erario con su patrimonio y ahí es donde se jode todo.

Hay que emprender un camino diferente para que no caigamos por el despeñadero.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas