Desde la catarsis de la indignación al conmovedor hito de la juventud dominicana del siglo XXI
La Plaza de la Bandera luce ahora diferente y no se trata de una restauración de su espacio arquitectónico (que siempre es necesario) o de las banderas que en breve lucirá por el Mes de la Patria.
Como los arcos de triunfo de las contiendas de la antigüedad, de lugar físico se ha convertido en el referente simbólico del empoderamiento —que parecía dormido— de dominicanos y dominicanas, pues fue allí cuando el pasado domingo 16 de febrero de 2020, una multitud de jóvenes acrisoló su deber de salvaguardar a la democracia y pedir que se rindieran cuentas ante la traumática suspensión inesperada de las elecciones municipales que amenazaba la convivencia pacífica, la armonía social y la institucionalidad, además el estado de Derecho.
Durante más de un mes, empezando a las 3 de la tarde y cerrando la noche, se concentró, a los pies de la ovalada calzada y frente a la sede de la Junta Central Electoral (JCE), la expresión más genuina, auténtica, sublime de asumir el ejercicio de la ciudadanía desde la libertad y el deber-ser, de la más reciente Historia Contemporánea Dominicana, según ha especificado la investigadora senior de género e intelectual ochentista, Ylonka Nacidit-Perdomo, en un audio dirigido a Julio Pérez, uno de los líderes de la protesta, que circuló por WhatsApp el pasado domingo 14 de febrero —a dos días de conmemorarse un año del hito de la Plaza—, del séptimo día en que la juventud se articulaba para expresar su descontento, específicamente del domingo 23 de febrero, cuando los jóvenes decidieron cacerolear desde sus casas y plazas comerciales para evitar toparse con la «Marcha por la Democracia de los Partidos».
Bien precisa Nacidit-Perdomo: «Son los herederos de la Raza Inmortal… los retoños que esperábamos en este siglo XXI».
Y, es que aquellos fueron días de tensión, de acuerdo con lo expresado por Pérez, también editor de Revoltiao, cuenta de Instagram de donde se compartió la primera convocatoria formal que llamaría a la juventud a congregarse en la Plaza, y a vestir de negro como símbolo de luto por la democracia que se intentaba secuestrar, iniciativa y consigna de la psicóloga Gladeline Rapozo.
«Lo acontecido fue un fenómeno. La gente, el pueblo dominicano de todos los estratos sociales, pudo darse cuenta realmente del poder de las redes sociales para mostrar su indignación, articularse y movilizarse», precisa Pérez.
De hecho, del 16 al 27 de febrero del pasado año, cuentas de redes movilizaron a la ciudadanía indignada. @Revoltiao, @SomosPueblo, @ElAntinoti, ya existían y se concentraron en diferentes aspectos de la cobertura de los acontecimientos en la Plaza de la Bandera, el Monumento a los Héroes de la Restauración, las provincias y la diáspora, especialización que aun mantienen, especialmente en Instagram, Twitter y YouTube.
Pero, la necesidad de expresión conllevó a que otras seis cuentas fueran creadas en el fragor de esos días y ampliaran la democratización digital actual en la República Dominicana.
Esas cuentas son: Por Ti RD (@porti.rd), Santiago Protesta (@santiagoprotesta), SFM Protesta (@sfmprotesta), La Plaza Alzá (@laplazaalza) y Gente Unida RD (@genteunidard). Tras la protesta y en miras de llamar a las urnas y velar por el correcto escrutinio, aparecen los Guardianes de la Democracia (@guardianesdelademocraciard).
En la actualidad, a través de estas redes, se revelan narrativas digitales que abordan desde la concienciación por la situación de la pandemia de COVID-19, sin dejar de ser veedores de las nuevas medidas del recién instalado Gobierno.
No obstante, sus creadores de contenido tienen conciencia plena de que la Plaza no les pertenece y que, de ser necesario articularse para vindicar derechos, deberán mantenerse como movimientos cívicos y medios independientes, así como tomar el terreno de las instituciones que vedan la democracia.
«Lógicamente querrán usarla [la Plaza de la Bandera], pero definitivamente ya pertenece a la gente, a la memoria colectiva, a sus anhelos democráticos y la defensa de la dignidad», precisa Matías Bosch, miembro de La Plaza Alzá.
¿«Vamos para la Plaza»? Activistas, que movilizaron a la Plaza de la Bandera, coinciden en destacar lo genuino que representó el movimiento del pasado febrero, su posicionamiento en la memoria colectiva y su vinculación con la catarsis colectiva.
CHINO SING (Santiago Protesta). La Plaza, sin la sinceridad de una lucha que nació del corazón de la juventud cansada de la corrupción, simplemente no es igual.
Constantemente se hacen llamados vacíos que carecen de motivos y de cohesión, que quieren aprovechar una coyuntura como la «generación del 20» para provecho político. Solo hay, hubo y habrá una protesta histórica en la Plaza de la Bandera: la de febrero 2020, cuando el país, liderado por la juventud, se levantó y dijo «fuera la corrupción», y en las urnas así lo hizo.
TEFA DE LA CRUZ (Guardianes de la Democracia). En cierta medida me parece genial escuchar que las personas cuando sienten indignación por distintas situaciones tomen como referencia inmediata las protestas de la Plaza de la Bandera, porque quiere decir que la catarsis que allí se produjo dio frutos en un despertar social que se tradujo en acciones y transformaciones.
Eso sí, ningún proceso social debe o podrá ser reproducido tal cual. Tampoco debe convertirse en una chercha. Aun así, se creó un referente importante.
RICARDO RIPOLL (Somos Pueblo RD).
Entiendo que la Plaza cumplió su cometido al cerrar con el trabucazo (el 27 de febrero de 2020). Se eligió el lugar de la plaza porque era frente a la JCE y se habían suspendido unas elecciones con miras a un fraude electoral. La Plaza de la Bandera no puede ser el espacio de quejas ajenas a las elecciones o instituciones que la rodean, no tendrían sentido.
MATÍAS BOSCH (La Plaza Alzá). Es lógico que «vamos para la Plaza» se haya convertido en una consigna. Lo ocurrido allí no tiene parangón —para mí—en más de 25 años de historia reciente en el país.
A pesar de que hay unos pocos que usan la consigna con intereses particulares, febrero de 2020 y la Plaza de la Bandera son un hito en la historia política dominicana, precisamente porque no fue obra de ninguna maquinaria ni jefe, sino la expresión del ciudadano y su capacidad de manifestarse, pero esta vez de forma totalmente autónoma y con una participación espontánea nunca vista.
JULIO PÉREZ (Revoltiao). Quienes convocan a la Plaza de la Bandera no están conscientes de que no todas las luchas poseen la misma fórmula. ¿Dónde se le aparece el cobrador/prestamista a un «malapaga» cuando va a cobrarle? En donde pueda hacerle de barrera y pueda hacerle pasar vergüenza: delante de familiares (en su casa), delante de compañeros de trabajo (en la oficina de su trabajo), cosas que puedan hacerlo quedar mal. Entonces, ¿por qué llamar «a la Plaza» a quejarse por las acciones del Congreso? No es la JCE ni los organismos adyacentes que lo van a resolver.
Al César lo que es del César.
PALOMA RODRÍGUEZ (Por Ti RD). Siento que el llamado «Vamos a la Plaza» demuestra lo valioso que fue ese momento para la historia de nuestro país, pues se hace referencia a la inconformidad que ya no se dejará pasar, en términos políticos, y teniendo pendiente que por instinto ya se actúa como que «si vas a la Plaza lograras ser escuchado». No veo la Plaza como espacio estratégico para cada lucha.
YANIO CONCEPCIÓN (La Vega Protesta). Bueno hay ciertos sentimientos en la sociedad dominicana sobre problemáticas que no cesan. Creo que los jóvenes despertaron y ya no tolerarán más. La diferencia es que ya los jóvenes han percibido cómo reaccionan los líderes políticos a las luchas por redes sociales después de las protestas y quieren replicar la fórmula, por eso, no dejan pasar una. Veo bien la referencia de la Plaza, pero debe constar que no es el espacio para todas las luchas.