Algunos sindicatos de transporte operan más como fuerza de choque que como organizaciones laborales. Paralizan a su antojo el transporte de pasajeros, dejando varadas a miles de personas sin previo aviso,  y agreden o amenazan a quienes deciden trabajar. Monopolizan las rutas de transporte y acosan de manera brutal, calificándolos de  “piratas”, a aquellos choferes que, con igual derecho al trabajo, lo ejercen sin estar afiliados a los gremios.

La historia de este vandalismo es de larga data e incluye en sus páginas muertos y heridos en refriegas entre sindicatos de transportistas. Desde todo punto de vista, las víctimas son los pasajeros, ciudadanos que laboran o estudian y que tienen que padecer los desplantes y alzas antojadizas de pasajes que disponen los sindicatos. Por otro lado están los empresarios, que son víctimas de un  monopolio del transporte de carga  que les impide tener sus propias unidades e impone tarifas.

A la hora de distribuir culpas no pueden quedar absueltos los partidos políticos. En su momento oportuno cada partido ha usado sindicatos de transportistas como ariete para sus fines políticos. Desde los gobiernos los han mantenido para que sirvan a sus fines o para que no se les opongan. El vandalismo en el transporte de pasajeros y carga se ejerce de distintas maneras, todas perjudiciales para nuestra sociedad.

Sur Futuro y su huella indeleble

La Fundación Sur Futuro ha llevado el progreso a  comunidades inaccesibles del Sur con una filosofía de  trabajo que involucra a sus habitantes en el sostenimiento de las obras. Microcentrales hidroeléctricas iluminan pueblos a los que no llegan las redes del sistema eléctrico nacional y los propios comunitarios favorecidos son a la vez protagonistas del mantenimiento de las plantas y el cobro de la energía. Este es solo un ejemplo de la amplia gama de proyectos comunitarios que desarrolla.

Melba Segura de Grullón, presidenta de la Fundación Sur Futuro, y  Eduardo Julia, encargado de Cambio Climático de la entidad, expusieron las realizaciones en el almuerzo semanal del Grupo de Comunicaciones Corripio. En diez años de existencia, la fundación ha contribuido a mejorar la calidad de vida de   337,310 personas a través de una amplia gama de proyectos concebidos con filosofía integracionista.