En este año 20l8 que agoniza hoy, el canciller Miguel Vargas realizó una jornada asombrosa y extenuante en la que consolidó relaciones previsiblemente provechosas, estrenó relaciones con Pekín el primero de mayo, estrechando diestra con Xi Jin-ping y Vladimir Putin, dos de los tres líderes más poderosos del planeta, faltándole Donald Trump.
Esa agenda apretada y abultada, circunvalado el globo terráqueo, no solo delatan las iniciativas que lo reputan como un exitoso empresario, sino también como un sólido secundador de la política expansiva internacional que programa el presidente Danilo Medina.
Porque el Estado es la empresa de todos los países del mundo, y sus evoluciones bursátiles, que incluyen sus presupuestos, son superiores a los de cualquier grupo privado, nacional o transnacional.
El talentoso y eficiente embajador para Política Exterior de la Cancillería, Luis González, en su artículo del lunes en Listín Diario, arquea los periplos realizados por Vargas en Burundi, Níger, Senegal, Sao Tomé y Príncipe, Túnez, Belice, Nicaragua, Brasil, Qatar y Serbia.
Quienes conocemos los ajetreos y extenuaciones del transporte aéreo, interpretamos la extenuación de nuestro canciller para agotar la agenda que comento, realizados para orondo provecho nacional, interpretando la política expansiva diseñada por nuestro presidente Medina en procura de optimizar mercados, oportunidades y negocios redituables para la causa nacional.
Esa jornada impresionante, aparte de que aportará las evaluaciones premeditadas, valorizan al liderazgo de Vargas a lo interno del PRD, que preside, con su creciente cuota clientelar de unos 300 mil adeptos, fuerza electoral obligatoria de ponderar y reconocer, con proyecciones cada vez más firmes hacia un proyecto presidencial 2024, sin prisas, sin pausas, con firmeza política y empresarial.