Vargas Llosa cumplirá 80 años en plenitud creativa y vital

Vargas Llosa cumplirá 80 años en plenitud creativa y vital

Madrid. Mario Vargas Llosa cumple 80 años el 28 de marzo, un aniversario muy simbólico al que llega en plena facultad creativa y vital. Acaba de sacar nueva novela, “Cinco esquinas”, y su vida personal ha dado un giro copernicano al unirse sentimentalmente a Isabel Preysler   Una apuesta por el amor, por estar y sentirse vivo que le ha hecho ser noticia más allá de la creación literaria o la actividad política, y que le ha colocado en las portadas de las revistas del corazón.

Y es que Mario Vargas Llosa, que nació en Arequipa (Perú) en 1936, siempre ha mostrado gran capacidad y disciplina para trabajar y un deseo vital que le ha llevado a meterse en diferentes ámbitos, además de la escritura, como ser candidato a la Presidencia de su país en 1990 o a subirse a los escenarios, como actor.

Con una vida marcada por los éxitos -salvo el fracaso de su experiencia política- y el favor de los lectores, y contando con todos los premios posibles- Nobel, Cervantes, Príncipe de Asturias, Rómulo Gallegos, Planeta o Jerusalén, entre otros muchos, su historia está determinada por la figura de su padre, un hombre autoritario que nunca quiso que fuera escritor.   Un padre que Vargas Llosa pensaba que estaba muerto, como le había hecho creer su madre, y cuya aparición al reconciliarse con ella, de la que se había separado antes de su nacimiento, le marcó para siempre.

Antes Vargas Llosa vivía feliz en la ciudad boliviana de Cochabamba, donde su abuelo había sido destinado como cónsul; vivía arropado por su madre, sus abuelos, sus tías, y la escritura era ya un juego “exaltante y feliz».   Pero el retorno a Lima con sus padres, a los diez años, le devolvió a la dura realidad. Conoció el miedo, su padre le pegaba, le prohibió escribir y verse con sus amigos.

Tras un ingreso fallido en la Escuela Naval, entró en el Colegio Militar Leoncio Prado, un lugar duro, como dejó plasmado en “La ciudad y los perros». Ahí comenzó a leer y a escribir como refugio contra la soledad y el miedo.   “Mi padre vio que tenía una vocación literaria, vio que escribía poemas, que leía mucho, y esto lo alarmó; él pensó que una vocación literaria era un pasaporte hacia el fracaso”, señaló el autor en una entrevista.

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