A raíz de las autoridades del Ministerio de Salud anunciar o denunciar que habían detectado un caso de corrupción en la dirección de recursos humanos, atribuyéndole a una persona estar vendiendo nombramientos, incluso se habló de montos entre 40 a 80 mil pesos, la prestigiosa periodista del hermano matutino Listín Diario Doris Pantaleón nos preguntó ¿qué nos parecía tal información? Respondiéndole que eso no era nada nuevo, que hacía mucho tiempo se rumoraba al respecto, que en algún momento a nosotros algunas personas nos informaron de que les habían requerido dinero para conseguirle nombramiento o que habían pagado por su nombramiento, y que esto iba desde 10 mil hasta 40 mil pesos, en otras ocasiones se les exigía entregar su primer salario; lamentablemente nunca se animaron a realizar la denuncia pública o aportar las pruebas, a pesar de nuestra insinuación. Temían algún tipo de represalia.
Como consecuencia se hizo viral lo que dije, y no lo que era de verdad noticia “la detección por parte de las autoridades del caso de presunta corrupción”. Se me hicieron varios cuestionamientos desde diferentes litorales; por un lado, de los gobiernos recién pasados de los cuales formé parte; por otro, los de este gobierno e incluso algunos comunicadores y tuiteros. Trataré de darle respuestas: En primer lugar, no creo que fuera un secreto para nadie lo que dije, luego de mis declaraciones, que no denuncia como se dijo, varias personas me comunicaron que a ellos les pasó.
¿Cuál fue mi reacción en el momento de tomar nota de lo que estaba ocurriendo? Siendo funcionario del ministerio, y leal a la gestión de buenas prácticas, pues informarle a ministros para que hicieran las investigaciones pertinentes, no podía hacer otra cosa, pues dicha dirección no estaba bajo mi influencia ni yo era ministro, quienes son los responsables de la gestión en sentido general.
Hubo uno en sentido particular con el cual me senté y le manifesté todo lo que estaba pasando al respecto y otros asuntos, manejándolo con sumo cuidado ya que las personas involucradas eran de su entorno, su respuesta fue que esas personas eran de su entera confianza y que significaban una especie de escudo para él. Ahí quedó eso. Entendí que había hecho lo que debía.
Un exministro de salud me inquirió sobre que había generalizado y en su gestión no se dio eso, que transformó esa dirección, e incluso llevó una gerente del sector privado. Lo primero es que nunca mencioné su nombre; segundo, no fui parte de su gestión; tercero, si a su llegada transformó eso, tal y como dice, fue porque algo malo encontró.
El pensar que porque lleve un gerente del sector privado eso cambia los resultados está muy lejos de la realidad. Me tomé el tiempo de indagar sobre esas transformaciones con personal interno, aparte de lo cosmético nada en lo esencial.
Quiero señalar que estas cosas no son exclusivas del sector salud, incluso, se dan las más de las veces sin el conocimiento de los ministros y hasta los propios directores de recursos humanos.
Saber que la acción de personal se puede dar en el nivel local, provincial, regional o central, en cualquiera de estas instancias es factible esta mala práctica. ¿Cuáles gestionan nombramientos? Los políticos, autoridades de cualquier nivel, los gremios, familias, amigos y relacionados de autoridades, de donde puede emanar búsqueda o posible actos reñidos con las buenas prácticas y los procesos legales de reclutamiento de personal.
De modo que oír decir “en mi gestión eso no se dio, ni lo hubiera permitido” es un desconocimiento olímpico del sistema que manejaba. Otra cosa es decir “nunca tuve conocimiento de eso, y de detectarlo hubiese tenido consecuencia”.
¿Cuál es la vacuna para prevenir esta situación? Tener y aplicar una verdadera política de recursos humanos, que vaya desde la evidencia de la necesidad del desempeño de una función, definir el perfil del puesto, claro y transparente mecanismo de reclutamiento, un contrato que exprese diáfanamente las competencias, responsabilidades, evaluación de desempeño, aplicar lo señalado por la ley 41-08 de función pública respecto de mecanismos de desvinculación.
La profesionalización de la gestión de recursos humanos a todos los niveles es indispensable. Nunca dejaré de mencionar la despolitización del sector salud, que las instituciones no sean botín del ganador de las elecciones, práctica que lamentablemente han continuado en este “el gobierno del cambio”.