En Europa, últimamente se ha suscitado una polémica sobre la utilización de la burka o velo integral en los lugares públicos; tal es el caso de Dinamarca, con multas que oscila entre 156 hasta 1,226 euros y si son reincidentes hasta 10,000. Otras naciones que han copiado esta prohibición, son: Francia, Bélgica, Austria, Letonia y Bulgaria, con multas variables según lo establecido en las leyes de esos países.
Debido al gran flujo migratorio de individuos provenientes de países islámicos o musulmanes, las autoridades han tenido que ponerle algunas restricciones a la utilización de los diferentes tipos de velos; ya que, con el incremento de los atentados terroristas, es muy fácil escudarse dentro de una burka si esta es total; es decir, una bata, generalmente negra, en donde únicamente se pueden distinguir los ojos de la persona que la porta.
Nosotros pensábamos que siendo el Reino Unido un país tan estricto, no podíamos concebir, que una mujer ataviada con una bata negra de pies a cabeza y solamente con los ojos visibles, pudiera abordar un avión. Sorpresa me llevé, cuando saliendo de Londres, apareció una señora –pensé yo– con una vestimenta completamente negra que traspasó los equipos para detectar metales y la dejaron continuar para abordar la misma aeronave que nosotros tomamos hacia Paris. Durante el trayecto, no dejé de apartar la mirada de ella, ya que se sentó dos filas delante de mí y no podía controlar el nerviosismo.
Se han presentado situaciones, sobre todo en la Costa Azul de Francia, en donde el alcalde de Cannes en ocasión de ordenar el registro de una mujer arropada en la playa, se solazó: “el burkini es el uniforme del islamismo extremista, no de la religión musulmana” agregando, si no pueden cumplir la ley que ellos pretendieron no obedecer debido a que consideraban que sus derechos estaban siendo conculcados, que se marchen para donde vinieron. Mas esta Ley, por intermedio del Tribunal Europeo determinó que la misma no viola en parte los derechos humanos como lo sentenció la Gran Sala del Tribunal de Estrasburgo, motivándola “para identificar a los individuos y para prevenir atentados contra la seguridad de las personas y los bienes y luchar contra el fraude de identidad”.
No sabemos a ciencia cierta cuál es el porcentaje de musulmanes que viven en Francia. A ojo de buen cubero calculamos, según lo que observamos en el mes de septiembre pasado en Marsella, y avalado por un francés, que debe rondar en un 8%. Había calles que parecería que estábamos en Argel, ya que en una ocasión cuando estudiábamos en Francia, salimos desde ese puerto marsellés hacia Argel.
El gran flujo de inmigrantes que se desplazan en Europa, ha sido el principal motivo por lo cual el Reino Unido se está saliendo de la Unión Europea, ya que ciudadanos de Bulgaria, Rumania y otros países circundantes, estaban atiborrando Londres, según observábamos cuando íbamos a esa capital, cuando estaba allí la sede de la Organización Internacional del Cacao (ICCO).
Los países europeos van a tener que tomar medidas drásticas y limitar los derechos que se quieren irrogar los migrantes, ya que estos deben comprender que no pueden ni deben abusar del país que los acoge, al tratar de imponer sus costumbres y sus hábitos, a veces contrarios a las buenas costumbres del país de acogida.
En el caso de España, la población está envejeciendo aceleradamente y podemos afirmar que en esta etapa, solo podría salvarla la inmigración latinoamericana, especialmente las ecuatorianas y las caribeñas. Sin embargo, España está procediendo a pagar una determinada suma de dinero a los ecuatorianos que deseen retornar a su país. Al parecer, los españoles no se están dando cuenta que los pueblos de Castilla La Mancha están habitados por ancianos, que la única labor que realizan, es sentarse a tomar el sol al borde de la carretera que pasa por los desolados poblados en los cuales moran y que parecen salidos de una obra macondiana de García Márquez.