Vaticinan que José Reyes ganará Guante de Oro

Vaticinan que José Reyes ganará Guante de Oro

POR JESSE SÁNCHEZ
De MLB.com
  
Solo faltan algunas horas antes de un juego nocturno en la Costa Oeste, y el torpedero de los Mets José Reyes está en una condición muy familiar. Está sentado en el clubhouse, sonriendo y, por supuesto, hablando por su celular, mayormente en español, pero ocasionalmente dejando caer un “yes” o “play” durante su animada conversación.

Con su mano izquierda, lee una revista deportiva y la tira, luego abre otra y otra. Sus movimientos, como su comportamiento, son sin cuidado y sus ojos, como los de un niño que se acerca a una caja de galletas, se mueven de lado a lado.

Reyes necesita tener su mano derecha desocupada en ese momento y es que se prepara para golpear a Cliff Floyd en la oreja, tres veces.

“El siempre está de necio y sonriendo, y eso es bueno”, dijo Floyd. “Algunos tipos en este nivel están tan metidos en su trabajo que se olvidan de divertirse. Uno nunca tiene que preocuparse por eso con este payaso. José se divierte todos los días, como en Pequeñas Ligas”.

Reyes, el payaso extraoficial del clubhouse, ya es de la realeza en la República Dominicana. Para los fanáticos en el Shea Stadium, es un loquito divertido.

Los Mets esperan que pueda ser un estelar un día. Pronto.

“Todavía está creciendo”, dijo el dirigente de los Mets Willie Randolph. “Una vez que madure de verdad y el juego baje de velocidad en su mente, va a estar entre los mejores. El juega rápido y los buenos jugadores saben cómo bajar la velocidad. Una vez aprenda a hacerlo, no la velocidad, sino su ritmo será un jugador increíble”.

Esta temporada, Reyes, de 22 años, está promediando .277 con siete dobles y cinco triples. También tiene 11 bases robadas. Es una amenaza cada vez que se para en el terreno.

“Como juega, es el tipo de pelotero que cambia todo”, dijo el tercera base David Wright. “Ya sea una gran jugada defensiva o verlo salir del plato con un triple, o cosas como robarse una base, eso motiva”.

La temporada pasada, su primera como el torpedero de todos los días, Reyes bateó para .273 con 17 triples, 24 dobles y siete jonrones en 161 juegos. En el 2004 solo jugó 53 partidos y 69 en el 2003.

Este año es su año de brillar, dice él.

“Por dos años tuve muchos problemas con lesiones y la gente se preguntaba si José Reyes podía jugar una temporada completa”, dijo Reyes. “El año pasado, fui a la República Dominicana y entrené duro para estar listo. Haré lo mismo este año y siempre y cuando trabaje duro y me mantenga sano, estaré bien”.

UN GRAN AVANCE

El ha pasado por mucho. Reyes nació y se crió en la comunidad rural de Palmar Arriba, cerca de Santiago en la República Dominicana.

Su padre José Manuel Reyes trabajaba en una bodega y su madre Rosa se quedaba en casa, criando a José y a su hermana menor Miosotis.

Era una casa modesta, pero contenta. Y lo sigue siendo.

“Todavía vivo en la República Dominicana porque soy de allí y no puedo abandonar a mi gente”, dijo. “No voy a decir que nunca me mudaré a la ciudad, pero en estos momentos tengo que apoyar a mi gente. Los adoro”.

Reyes comenzó a jugar béisbol a los 10 años, y para los 15 ya estaba entre los mejores de la isla. Firmó en 1999 y debutó profesionalmente un año después en la Liga de los Apalaches. Tuvo un paso meteórico por las menores y debutó en las mayores en el 2003.

Todavía sigue viviendo ese sueño.

“Mucha gente ve su velocidad y su brazo, pero tiene buenas manos”, dijo el coach de tercera y de infield, Manny Acta. “Tiene un buen trabajo de piernas y para mi, es el mejor torpedero defensivo de la Liga Nacional. En los próximos años ganará Guantes de Oro y su ofensiva está mejorando. Es uno de los tipos que nunca hay que presionarlo para que trabaje o juegue”.

UN GRAN TRABAJADOR

El trabajo nunca ha sido un problema, pero Reyes dice que su paso a las mayores no ha sido fácil. Por momentos extrañaba su familia, la comida y ocasionalmente, la soledad lo llevó a pensar en dejarlo todo. A través de todo, trató de manejar los altibajos con una sonrisa en la cara. Y es que no sabe hacer otra cosa.

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