Vaya con los congresistas que nos gastamos

<P>Vaya con los congresistas que nos gastamos</P>

JOSÉ ANTONIO MARTÍNEZ ROJAS
En los países civilizados con organismos bicamerales como el nuestro, los representantes antes las cámaras legislativas responden a los electores que sufragaron por ellos, cuidándose estos de no contravenir las reivindicaciones que les solicitan su demarcación o circuito electoral.

Desgraciadamente en la República Dominicana las cosas suceden de otra manera, ya que una vez alcanzada la curul, los legisladores se convierten en entes independientes que ni siquiera responden a las directrices de los partidos políticos a los que pertenecen, sino a sus propios intereses ofertando su voto en determinados anteproyectos de ley, al mejor postor.

La mayoría de nuestros legisladores provienen de provincias cuyos principales recursos provienen de la agropecuaria, algunos de ellos, poseedores de predios agrícolas, pecuarios, o ganaderos. Por eso, los que estamos en el sector agropecuario sentíamos y esperábamos, que cuando se presentase la ocasión en las cámaras legislativas sobre algún proyecto de ley que perjudicara directa o indirectamente al sector agropecuario, los pertenecientes al sector, votarían en contra de cualquier anteproyecto de ley que atentase contra los intereses de sus representados y contra los propios. ¡Cuán equivocados estábamos!

¿Por qué sucede esto? Existen múltiples razonamientos para comprender la actitud de estos «legisladores». La escasa escolaridad les ha llevado a creer que la única manera de generar riqueza y un elevado estatuto social ante sus compueblanos, es mediante la obtención de prebendas negociando su voto a favor de un proyecto controversial en el cual algún empresario o institución tenga un marcado interés en su aprobación. Ahí comienza una acción lobista para ponerle precio a su voto. Por supuesto, el honor y el decoro hay que echarlo a un lado, porque de lo contrario «no se progresa».

Un curul, en cualquiera de las cámaras significa también, una oportunidad para ganar un lujoso sueldo, acompañado de dietas, que de no estar en el Congreso, ni siquiera soñaría ganar. Tener derecho a dos exoneraciones de vehículos de lujo, placa oficial, una pistola y protección pagada por el Estado, es otro de los grandes atractivos para lanzar una candidatura a senador o diputado. Es más, ahora hasta regidor es una posición apetecible. Algunos legisladores son tan mercantilistas, que teniendo sesión, si tienen alguna ‘picada’, no asisten y tienen la desfachatez de cobrar la misma.

Creemos que para acabar con tantas aspiraciones de candidatos descalificados se debería ejecutar un procedimiento similar al de la magistratura, en el cual los aspirantes deban pasar por un examen que evalúe sus conocimientos y preparación, si no académica, al menos práctica, descartándose aquellos que no cumplen los requisitos mínimos para desempeñar unas labores tan serias, como son la confección de leyes y reglamentos.

Que conste, esto no significa descartar a una persona porque sea de origen humilde o no posea un titulo universitario. Es sabido, que hay individuos dotados de una inteligencia superior, que se desempeñan mejor que la gran mayoría de los profesionales.

Nuestros congresistas le acaban de asestar una puñalada trapera a los productores agropecuarios y a la ciudadanía, al aprobar el ITBIS a los abonos, que solo sirven para acrecentar y mejorar la producción nacional. ¿Acaso creen ellos que los cosecheros asumirán un incremento en el costo de producción sin repartirlo entre los que consumirán el producto final? De ninguna manera.

Los alimentos subirán de precio y ese incremento se le debe achacar, a los fiscalistas del Poder Ejecutivo y a los legisladores que les aprobaron ese impuesto que ya había sido rechazado por las principales asociaciones de productores agropecuarios del país, las cuales habían preconizado que instruirían a sus afiliados para que no votasen por los candidatos que aspiraban la reelección en el Congreso, los cuales se plegaron al Poder Ejecutivo desoyendo las reiteradas solicitudes de sus votantes.

Como neófitos en la materia, no sabemos si el Poder Ejecutivo compensará a esos abnegados congresistas que le hicieron el coro y que ahora serán repudiados en las venideras elecciones de medio tiempo. Que conste, que aquellos legisladores que mantuvieron dignamente la postura de cero impuestos a la agropecuaria, no deben abrigar ningún temor, ya que se ha hecho pública la lista de votación, Pero no es la primera vez que sucede.

Debemos recordar aquel episodio del sirop de maíz y la industria azucarera. Los legisladores se comprometieron a defender nuestros cañaverales, pero votaron en contra de los azucareros. Con gente así, tenemos que terminar con la célebre frase: No me defienda, compai.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas