Vaya con los legisladores que nos gastamos

Vaya con los legisladores que nos gastamos

Antes de iniciar estas breves líneas y con respecto al título de las mismas, debo definir el vocablo legislador, según se encuentra en la vigesimotercera edición del Diccionario de la Real Academia Española. Legislador, ra (Del lat. Legislator, adj. “Que legisla”. A seguidas: Legislar (Der. regrs. de legislador), Intr. “Dar, hacer o establecer leyes”. Esto significa, que los individuos que están en el Congreso tienen esa función como labor cotidiana.
Como es del conocimiento público el día 15 del mes que discurre, el diputado Pedro Botello presentó una exaltación del jugador de beisbol profesional dominicano David Ortiz, del cual destacaba la gran trayectoria en las Grandes Ligas, se suscitó un altercado con otro “legislador” de nombre Manuel Díaz. El primero fue interrumpido y éste ripostó llamando burro al colega. A seguidas, el orador interrumpido, llamó ladrón en repetidas ocasiones a su oponente.
Ante el conato de caos que se presentó, el presidente de la Cámara de Diputados, Radhamés Camacho Cuevas, utilizando en varias ocasiones el mallete y hasta puesto de pie, trató casi infructuosamente de llamar al orden y solicitar que no se emplearan diatribas entre ellos, pidiendo a la vez que varios legisladores que se habían puesto de pie, que hablaran en el pasillo para no entorpecer la intervención del diputado Botello.
Esta no es la primera vez, que en un lugar tan solemne como es el Congreso Nacional, individuos que obtuvieron curules como diputados o senadores, en un lenguaje soez y falto de cultura, se insultan y hasta se desafían, ya que todos tienen un permiso para porte y tenencia de armas de fuego.
Debemos aprovechar la ocasión para resaltar alguno de los privilegios que ostentan, individuos, muchos sin mayor merecimiento y como dijo alguien: “No comen hierba porque no los amarran en un potrero”, al referirse al bajo índice académico que ostentan varios de nuestros congresistas.
¿Quiénes son los culpables de tan denigrante escogencia? En primer lugar los partidos políticos que no evalúan sus candidatos y que si el aspirante tiene recursos económicos suficientes para pagarse su campaña, es designado para representar el partido que le asigna, según sus medios y simpatía, el lugar en el escalafón para, sea para diputado o para senador.
Los electores son los que muchas veces sin saber la capacidad del aspirante, si en los mítines que prolija se reparten bebidas alcohólicas o los imprescindibles “pica pollo”, automáticamente este es ensalzado a la categoría de letrado. Entonces, el líder señalado por el candidato para dirigir su campaña, se rodea de acólitos y aduladores que empiezan a propalar las virtudes inexistentes en una persona que puede ser calificada de “analfabeto funcional”, según la definición de la UNESCO para esta especie de trepador, que dará cuando se obnubila, espectáculos como el que acabamos de describir.
Como la Constitución de la República establece que todos los dominicanos tienen derecho a elegir y ser elegidos, creemos que la Junta Central Electoral (JCE) y los compañeros que en los partidos políticos tienen la misión de educar medianamente a los posibles candidatos, que al menos sean dirigentes con un bachillerato o educación superior.
Alguien una vez expresó: “que mientras el dominicano vote con el estómago, tendremos legisladores mediocres y medio retrasados mentales. Ahora que el 2020 vienen las elecciones generales para escoger los representantes auténticos del pueblo, que se tomen precauciones para que no sea el dinero el que decida quién será el candidato. El Congreso Nacional es un templo en donde los paganos no tienen acogida porque sus funciones son votar leyes que favorezcan y respondan al pueblo que los eligió. Hay que evitar que las cáfilas seleccionen a los ungidos por el voto popular.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas