El diputado Pelegrín Castillo consideró ayer que las luchas que han fraccionado a los partidos Reformista y Revolucionario, asi como las crisis que han afectado a entidades del sistema financiero-bancario del país, no son epidodios coyunturales. El legislador afirma que estos eventos expresan «el agotamiento y la descomposición de un sistema político y de partidos que se ha cimentado en prácticas clientelistas y populistas, con una fuerte articulación con los negocios rentistas.»

En una carta abierta a los legisladores, Castillo expresa que el alto nivel de concentración del poder y la riqueza que propició ese esquema político-empresarial -exacerbado tras la declinación de los grandes liderazgos históricos, que en cierta forma daban equilibro y cohesión al orden político con su enérgica personalidad y su recia formación- inevitablemente engendró contradicciones e inestabilidades que provocaron el derrumbe general que presenciamos.

Según el diputado de la Fuerza Nacional Progesista la lección es clara: «las políticas de gasto público y de endeudamiento alegre, que por fuerza imponen los requerimientos del clientelismo y el populismo, así como la satisfacción de los compromisos con el rentismo empresarial, son incompatibles con la estabilidad macroeconómica y la institucionalidad del Estado».

Indica más adelante en su misiva el representante por el Distrito Nacional que, en ese contexto, una iniciativa como la Ley de Lemas, o su variante de voto presidencial preferencial, lejos de resolver los conflictos de los partidos, los agravaría consagrando la división y muy pronto, plantearía un serio problema de gobernabilidad que arrasaría la precaria institucionalidad de los poderes del Estado. Dicha iniciativa es inaceptable tanto porque viola en forma flagrante la Constitución de la República, como por la percepción general de que obedece al propósito antidemocrático de incidenciar el proceso electoral e impedir la emisión de unos resultados confiables.

Castillo expresa que el Congreso constituye la expresión más alta de la soberanía del pueblo y, por tanto, sus integrantes deben distinguir cuándo debe cesar la política de partido para dar paso a la política nacional. Sería una insensatez negar que este sea uno de esos momentos, concluye el legislador.