Ve hipocresía en visita a bateyes

<p>Ve hipocresía en visita a bateyes</p>

POR LEONORA RAMÍREZ S.
La miseria de los bateyes no se cambia con la visita de los congresistas norteamericanos que vinieron al país a verificar las condiciones de vida de las personas que residen en esas zonas cañeras, a juicio de Elizardo Puello, director general de la Coordinadora de Animación Sociocultural (CASCO).

Este sociólogo, que ha realizado diversas investigaciones socioculturales sobre los bateyes, consideró que detrás de esa iniciativa hay una gran hipocresía, porque se quiere dar la impresión de que la solución a los problemas de esos lugares está fuera del país.

«Si es  una comisión de políticos que viene lo que va encontrar son aspectos políticos y nada más, aunque a lo mejor pensarán que allí hay esclavismo y eso no es cierto, porque la fórmula de la esclavitud es la posesión del trabajo del otro.

«Lo que  hay en este país es un capitalismo a la usanza dominicana, un país que tiene 55 años creciendo a un ritmo de 5.5% anual, que es el número 13 del mundo que menos ha aprovechado su crecimiento y, sin embargo, subsiste con un estado de miseria garrafal por una falta de compromiso de los sectores dominantes, de la burguesía».

Esa falta de compromiso, a su entender, es lo que explica la miseria de los bateyes, cuya población en su mayoría es de origen haitiano.

La semana pasada se anunció que  una delegación de congresistas norteamericanos visitaría los bateyes para inspeccionar cómo viven sus residentes. Esa comisión estaría integrada por Eliot Ángel, Jerry Weller, Donald Payne, Bill Delhaut, Bárbara Lee, Kendrick Meek, Collin Peterson, Maxine Waters y Lynn Woolsey.

«Esta comisión forma parte de la fantasía, si vienen con grupo de sociólogos, antropólogos, médicos y epidemiólogos pues bienvenido sean, de lo contrario será una comisión más de las tantas que han llegado al país».

A juicio de Puello, los legisladores norteamericanos sí podrían contribuir con cuatro reivindicaciones que se necesitan en los bateyes: la municipalización de esas demarcaciones, la reinserción de sus pobladores en otros sectores productivos, la dotación de sistemas de salud, y la entrega actas de nacimiento.

LA  PIRAMIDE SOCIAL DOMINICANA

Puello, quien ha realizado varias investigaciones sobre aspectos socioculturales de los bateyes, manifestó que esos enclaves son la base de la pirámide social dominicana, en el sentido de que son los lugares más pobres entre los pobres. Al resaltar que la miseria en los bateyes es cónsona con su aparición, dijo que la relación entre y la economía dominicana ha estado mediada por una sobreexplotación, lo cual quiere decir que su  situación es pensada como la última pieza del rompecabezas de la economía dominicana.

«Los bateyes son y fueron los asentamientos donde estuvieron las personas que produjeron las riquezas fundamentales de la economía azucarera, en un proceso que se expandió de 1870 hasta 1985.

«A partir de 1985 se inició un proceso de diversificación azucarera, y por ende sus residentes dejaron de tener importancia como producto de  una economía   basada en la agroindustria, pero que luego pasó a los servicios».

LA CULTURA PATERNALISTA

La exclusión  y la pobreza en los bateyes comenzó con el origen mismo de la industria cañera, pero en ese contexto Puello resaltó que en el batey subsiste una cultura paternalista que impide la movilidad de la gente, y muchos de los problemas que allí se generan son parte de esa actitud.

Ese paternalismo lo prohijaron los gobiernos haitiano y dominicanos, que en la década de 1950 hicieron contrataciones colectivas de braceros haitianos.

De acuerdo con sus explicaciones, a partir de 1918 se pensó que era menos costoso contratar mano de  obra haitiana, que la procedente de otras islas caribeñas. 

Asimismo, explicó que cuando en 1954 el dictador  Rafael Leonidas Trujillo incurrió en la producción de azúcar, negoció colectivamente con las autoridades haitianas la contratación de braceros, violando con ello los principios fundamentales de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

«Esa negociación le facilitaba al Estado dominicano la explotación inmisericorde de la población haitiana, que no tenía la posibilidad de hacer ningún tipo de reclamo en República Dominicana.

«Esa  negociación colectiva aplastó  inmisericordemente a los trabajadores, pero al mismo tiempo generó  una cultura paternalista porque ese obrero pensaba que se le hacía un favor al darle trabajo en el país».

LOS MITOS DE LOS BATEYES

Puello consideró que en la República Dominicana hay tres mitos sobre los bateyes que, dicho sea de paso, deben eliminarse para que se comprenda mejor la realidad de esos lugares.

Lo primero es que ya no son sitios de trabajadores de la caña, porque la gente no tiene en este rubro su actividad fundamental, porque la han cambiado por la zona franca, el motoconcho o el chiripeo.

Los bateyes son villorrios de miseria donde la gente vive ahí porque irse significa una capacidad en términos de movilidad social que no se tiene, pero en realidad la gente no debería vivir en esos lugares que no forman parte del sistema político dominicano, expresó.

«El segundo mito por desmontar es que no están compuestos solamente por pobladores haitianos, porque estudios serios que se han hecho han determinado que entre el 70% y 80% de las personas que habitan en los bateyes son de origen dominicano.

«Y el tercer mito es que se piensa que hablan cróele, pero  alrededor del 90% de las personas que viven en bateyes hablan español».

En tal sentido, Puello expresó que esos estereotipos hacen suponer que en los bateyes existe una situación de debacle que es la causante de los males del país, inclusive de la prevalencia del VIH».

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