Un grave problema  ambiental produce en el residencial Atala, al Sur del Distrito Nacional, la rotura de las tuberías de aguas potables y residuales,  las que brotan en patios y calles del lugar.

Evelin Plácido Almonte, de la Junta de Vecinos del Atala, informó que las tuberías de ese sector y otros aledaños datan de 1967 y cuando los técnicos de la Corporación de Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo (CAASD) acudieron al lugar salió a flote que las aguas que consumen sus moradores se junta con las residuales.

Atribuyó el mal a que las autoridades acuden a la zona a poner parches, pero nunca con un plan de renovación de las tuberías, que hace años están totalmente deterioradas.

Sostuvo que la Junta de Vecinos exigió a la CAASD que cambiara las tuberías de las calles José Espaillat Rodríguez, Apolinar Perdomo, Francisco Domingo Charro, El Condado, en El Portal, entre otras vías, donde en el patio de muchas de las viviendas brota  agua negra.

Explicó que luego de acudir a la CAASD, los técnicos fueron al lugar y solo arreglaron la mitad de la calle Apolinar Perdomo, pero solamente el problema sanitario, dejaron el lodo, por lo que cuando llueve las vías se tornan intransitables.

Consideró que en vez de solucionar el problema, la institución lo ha empeorado, ya que abandonaron el residencial ahora con las calles destruidas, gran parte del sector sin agua y donde llega no se puede consumir ni siquiera en el aseo de las viviendas, porque las tuberías se juntan con las cloacales.

Otros problemas.  A este problema agregó el de los badenes, que no han sido reconstruidos por el Ayuntamiento del Distrito Nacional (ADN) a pesar de que están en el presupuesto participativo.

Indicó que cuando acuden al Palacio Municipal a reclamar sus derechos, los funcionarios se hacen de la visa gorda para no cumplir con sus responsabilidades.

De igual modo recordó que llevan varios años luchando porque el Ministerio de Deportes acondicione la cancha del lugar, único lugar para práctica sana.

Recordó que “este residencial está habitado por envejecientes de 80 y más años, que no soportan el hedor que brota de las tuberías de las aguas residuales, ahora no pueden caminar por las calles destruidas por las CAASD”.