Vecinos creen un cómplice ayudó sacerdote en crimen

Vecinos creen  un cómplice ayudó sacerdote en crimen

Cerrada en horas del día permanece la iglesia Santa Cecilia del sector Los Rosales de Hainamosa en Santo Domingo Este, y deshabitada la casa parroquial donde se presume que el sacerdote Elvin Taveras Durán cometió el crimen, de quitarle la vida a martillazos y a puñaladas al joven Fernely Carrión Saviñón, que fuera su monaguillo.
Mientras, algunos empiezan a sospechar que el cura tuvo un cómplice para desaparecer el cuerpo en unos matorrales.
En el sector, pocos salen a defender al sacerdote que habría confesado el asesinato brutal y su delito de pederasta.
En la barriada, la gente se encuentra presa del pánico y obsesionada por entender la verdadera causa de este pecado capital, un asesinato a sangre fría del que nadie escuchó el menor ruido.
La primera desconfianza que le dio el cura a Lissett Reyes a su llegada a la iglesia fue que cambió a los monaguillos adultos por jóvenes de entre 13 y 16 años, y que no tenía trato cercano con los feligreses mayores como solía hacer el anterior sacerdote Ramón Báez.
Esta exestudiante de Derecho, madre de cuatro hijos y quien dice conocer la sicología del criminal, apreció otro comportamiento raro en el hombre con educación católica, que no miraba a la cara, que tenía personalidad hermética y que era de poco conversar.
Brenda Rivas, la vecina más cercana al frente de la casa parroquial y estudiante de psicología, describe al cura como poco sociable, tímido y al que le fascinaba relacionarse con menores de edad.
Coincide con Reyes en que el sacerdote se mostraba cómodo con regalarles golosinas a los niños. Incluso, en varias ocasiones le dio mentas a su hijo de tres años por la puerta de hierro en momentos en que estacionaba su carro, color rojo, el que dejaba en su frente cuando oficiaba misas en horas de la noche, para que un joven lo entrara a la marquesina de su casa.
Jessica Lara reside en Los Rosales desde hace menos de tres años y cuando llegó a la comunidad, notó que el sacerdote le dio una mirada de lujuria, lo que nadie le creyó cuando lo comentó.
Dijo a HOY que en una ocasión, pensó en llamar a la Policía para reportar la concentración de menores de edad en la puerta de la casa parroquial. “Veía al sacerdote dentro y a los jóvenes fuera, algunos con gorra, muchachos pobres”.

Salud. Xiomara García no deja de pensar que el cura fue poseído por una fuerza diabólica el día del crimen.
A ningún investigador se le vio ayer buscar detalles del crimen en la zona y militantes de la fe católica entrevistados, como Rosa Julia, no comentaron las atenciones médicas a que tuvo que ser sometido Taveras Durán, porque alegadamente se mordió las manos en la cárcel de la provincia Santo Domingo.
Caroline Burgos, vendedora en una banca de apuesta y a quien el cura le compró recarga telefónica, lo notaba sencillo y buena persona.
Esas son opiniones parecidas a las que han emitido otros vecinos y feligreses sobre el padre, que enfrenta ahora a la justicia.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas