Vecinos de Capotillo venden sus casas

Vecinos de Capotillo venden sus casas

POR MARIEN A. CAPITAN
Cansados de sentir miedo y de tener que presenciar cómo casi cada día hay un tiroteo cerca de sus casas, muchos moradores del populoso barrio de Capotillo están vendiendo sus propiedades.

Algunos, vencidos totalmente por el terror, han llegado a abandonar sus viviendas.

Ver un letrero de ‘se vende’ es tan normal en esta área como contar a nueve policías y siete militares en una esquina. A pesar del contingente, sin embargo, las cosas no han mejorado puesto que la vigilancia sólo es efectiva en horas del día. Por las noches, cuando los miembros de las bandas “Los Menores” y “Los Morenitos” salen a hacer de las suyas, ellos no aparecen.

Así lo confirman muchos vecinos que, sin dar sus nombres por miedo a las represalias, aseguran que al menos cien familias se han mudado de Capotillo. “Semanalmente se ven saliendo cinco y seis mudanzas. Hay gente que se ha ido a arrimar para donde familiares con tal de no vivir aquí”, aseguró un señor que vive en la calle Capotillo.

En esta calle, después de cruzar por las casas que rondan el número noventa, los precios de las viviendas se han depreciado tanto que hay quienes están ofertando sus casas hasta a diez mil pesos. “Uno encuentra casas que están hasta regaladas. La gente ya no quiere vivir aquí”, manifestó un joven.

Tan evidente es esta última afirmación, que a  Rosanna Díaz. Le ha sido muy difícil vender la casa de su suegro, que está ubicada en la calle Capotillo número 94. Aunque al principio pedían RD$150 mil por la morada, han tenido que bajarla a RD$100 mil. “Aquí la gente quiere las casas casi regaladas, no se puede pedir mucho por ella. Aunque esta es buena, me llegaron a pedir que la dejara en RD$65 mil. Así, aunque esté cansada de la situación, tampoco se puede vender”, indicó Díaz.

Doña Minerva Santana, con secuela de una trombosis, también enfrenta dificultades para vender la casa en la que habita. Como está localizada en Los Humildes 59, en pleno centro del barrio, la gente quiere que ella la venda demasiado barata. Su economía, a pesar de los sustos que ha pasado, no lo toleraría.

Pasando la calle Isabela, una de las más agitadas, Julia Altagracia Rodríguez cuenta que hace años que no duerme. “Me da vergüenza decir que no duermo pero hace años que no lo hago. De verdad todas las personas que viven por aquí están vendiendo su casa porque no aguantan. Ya no sabemos qué hacer. No podemos tener a los hijos en la calle pero tampoco sabemos qué hacer con ellos al tenerlos trancados”. 

Aunque habla de la necesidad de mantenerse dentro de su hogar, localizado en la calle Sol esquina Isabela, Rodríguez sabe bien que esto tampoco es una garantía de nada: hace más de un año, momentos después de salir desesperada de su casa para buscar a su hijo en el colegio puesto que se había desatado una balacera en las cercanías, una bala atravesó su cocina y se quedó atascada en la pared del gabinete.

“Ella está ahí todavía porque no he podido sacarla. Yo estaba fregando, parada justo en el lugar por el que después pasó la bala, y dejé de hacerlo para llamar al colegio para que no despacharan a los muchachos. Para mi suerte ya los habían despachado. Yo salí debajo de una balacera, aunque esperé una ecampadita como decimos, y por eso la bala no me dio”, narró Rodríguez.

A pesar de que vive en Capotillo desde el año 1961, Rodríguez asegura que se irá en cuanto venda. “Ya de verdad no sabemos qué hacer. Ya lo que queremos es irnos. Yo no me he ido porque no tengo dónde irme”.

María del Carmen María no quisiera mudarse de la calle Sol número 42, lugar al que llegó a vivir días después de la revolución de abril de 1965. Uno de sus hijos, sin embargo, piensa llevársela a vivir para Los Ríos. Es que, como ella explica, su hijo se preocupa al saber que su madre vive en una de las zonas más calientes del área.

Dejando de lado la zona más conflictiva, se descubre que en “Naco de Capotillo” (de esa forma le llaman los del barrio a la zona que circunda a la calle Diego Velásquez) también hay mucha gente que se ha mudado o está por mudarse.

“Nosotros nos vamos casimente. Esto no hay quien lo aguante por aquí. Ayer esto estaba minado de policías pero por la noche, a eso de la una y pico de la mañana se armó un tiroteo que uno tuvo que esconderse. Por aquí eso es un problema, a las nueve de la noche ya uno no puede estar en la calle”, indicó Rubén García.

Por historias como estas son muchas las casas que han quedado abandonas en Capotillo. Con cicatrices en sus muros, estas viviendas muestran los huecos que las balas han dejado en ellas. Pero así, huecas, también están las almas de muchas personas que han visto morir a los suyos en estas calles.

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