Velázquez Mainardi ante el Senado

Velázquez Mainardi ante el Senado

LUIS R. SANTOS
Es indudable que algunos partidos políticos dominicanos no aprenden de las lecciones que les da la sociedad, que las posibles enseñanzas que deberían sustraer de sus errores pasan inadvertidas frente a sus ojos. En julio del año 2002, el grupo hegemónico dentro del PRD inicia la que sería una catastrófica cadena de fatalidades tanto para el PRD, para su propio gobierno y, lo que sería peor, para el país. Embriagados por el resonante triunfo en las elecciones de medio tiempo empezaron a cavar con decisión la que sería la tumba del PRD, una tumba que parece que tiene más profundidad de lo normal; pero ese triunfo obtenido en el 2002 envió señales a algunas mentes despiertas: el PRD perdía las dos sindicaturas más importantes, Distrito Nacional y Santiago, aparte de que se notó en la ocasión que grandes centros urbanos empezaban a retirarle el apoyo.

No obstante, se tenía todo, el poder absoluto, había que seguir adelante, avasallar a todo aquel que se interpusiera en el camino: había que modificar la constitución para dar paso a un candidato que había dicho que no se repostularía en más de cien ocasiones. Lo demás es historia conocida.

En la actualidad, un Senado de la República controlado abrumadoramente por ese mismo PRD se empecina en desconocer los derechos constitucionales de un ciudadano que no tiene deudas pendientes con la justicia, que ha servido a esta sociedad con pasión, que ha defendido sus posiciones en todas las trincheras posibles, con vehemencia.

Y por haberse opuesto a los gobiernos y políticas del PRD, hoy se le impide que ocupe la posición de embajador en Chile, cargo en el cual le ha designado el presidente de la República y el cual, en virtud de su capacidad y apego a la ética, sabemos que desempeñará con altura.

Lo que los señores senadores del PRD no se dan cuenta es de que hay luchas inútiles, estériles, en las cuales usted podría obtener una victoria que siempre sería pírrica. Se sabe que su negativa de ratificar la designación de Miguel A. Velásquez Mainardi es una burda retaliación, de la más baja calaña, que pone de manifiesto, una vez más, la actitud antidemocrática de muchos de nuestros políticos, que no aceptan las críticas, las confrontaciones como parte del desarrollo del proceso democrático.

Pero dicen por ahí que a veces la sal sale más cara que el chivo: el gran perdedor en esta estúpida escaramuza del Senado es el propio Senado, con sus senadores y partido a la cabeza.

Sabemos que el PRD tiene todo el derecho y la legitimidad para usar su poder congresional para defender los intereses de su partido y sus militantes, algo normal entre políticos, pero algo muy distinto es esa actitud irracional que los aleja más de una sociedad que ha empezado a abrir los ojos, a diferenciar entre mansos y cimarrones, una sociedad que casi con certeza los desalojará del Congreso Nacional por acciones de esta naturaleza, sociedad que ha sido muy benévola con un PRD que no ha sabido responder a las expectativas que ha creado.

Se ha demostrado en muchísimas ocasiones que el poder mal manejado es una bomba de tiempo, que se vuelve en contra de sus detentadores, tal como aconteció con la impuesta reforma constitucional del año 2002.

Quizá por ahora Velásquez Mainardi no pueda asumir sus funciones al frente de la embajada dominicana en Chile; pero tenemos la certeza de que a partir del año que viene la situación será distinta y es probable que muchos de los bravucones senadores del PRD tengan que tomarse unas buenas vacaciones, de cuatro, ocho o quién sabe cuántos años.

Me imagino que Velásquez no tendrá inconvenientes en recibirlos en Chile si deciden pasear por la tierra de Neruda.

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