Velazquito

Velazquito

PEDRO GIL ITURBIDES
A Miguel Angel Velázquez Mainardi debía juzgarlo el Senado de la República por lo que pueda hacer como Embajador de la República Dominicana ante la hermana República de Chile. No debe ser conocida su designación para el importante cargo diplomático, en razón de lo que ha dicho o dejado de decir sobre el Partido Revolucionario Dominicano (PRD). El que prevalezca algún grado de reticencia para ratificar su nombramiento denigra al cuerpo legislativo y enaltece a Miguel Angel.

Los legisladores perredeístas saben que el gobierno de Hipólito Mejía es indefendible. Tomás Hernández Alberto, ejercía como director ejecutivo del Instituto Agrario Dominicano cuando soñó que el doctor Joaquín Balaguer y el Dr. José Francisco Peña Gómez le pidieron apoyar la reelección de Mejía. Hoy no sólo ha olvidado esta turbulencia onírica, sino que ha declarado que Mejía no es dueño del PRD. Y si esto lo dice quien bailó con tantas hacendosas agricultoras pasadas de años cuando ejercía el cargo, ¿qué podemos dejarle a Miguel Angel?.

Cuando un legislador actúa en desquite contra un conciudadano por lo que haya dicho o dejado de decir sobre el partido al que pertenece, deshonra su función. Muestra por ello que considera su sinecura como un comité partidista y no como una obra del Estado. Tengo plena seguridad que ninguno de los Senadores de la República, verdaderos próceres de la nación, desea que sospechemos retaliación partidista en este caso.

Velázquez Mainardi es impetuoso. Su animoso carácter lo compulsa hacia atrevidas decisiones. Justo porque es poseedor de estas características podría hacer un magnífico papel como jefe de la representación diplomática ante el gobierno chileno. Lo imagino metido ante todos esos innovantes organismos creados bajo la dictadura, por el equipo de los seguidores de la «escuela de Chicago». Lejos de opacar o eliminar esos instrumentos, la democracia los propulsó. A los mismos se atribuye el sostenido crecimiento económico de aquél país.

Un embajador como él averiguaría lo que muchos chilenos no saben sobre la conquista de mercados compradores. Lo que Dios no le dio en tamaño se lo multiplicó en tenacidad y voluntariedad. De manera que sin esfuerzo se consagraría a lograr lo que el diplomático circunspecto no puede alcanzar.

Se dedicaría a indagar por qué Chile, que está a miles de millas de distancia de los estadounidenses, pactó con éstos el libre comercio. Podría decirnos qué obtuvieron los chilenos que nosotros desconocemos.

Hombre avezado, descubriría por qué los chilenos que viven en angosto y en buena parte desértico territorio, tienen un producto nacional por habitante que cuadruplica el de los dominicanos. Les sacaría el secreto que guardan para tener, apenas, un 4.2% sin empleo en aquella población. Su escasa densidad poblacional no los ha amilanado, y son poseedores de un potencial económico que debía avergonzarnos. Miguel Angel les indagaría sobre su secreto.

Pueden tener plena seguridad los Senadores del PRD, que todo eso y más, que por no ser prolijos no lo enumeramos, conseguiría el país con Velázquez Mainardi en Chile. Además, permitiría al PRD reorganizarse sin los sobresaltos de una voz que no les calla sus pecados ni oculta sus debilidades. Con él a diez horas de vuelo aéreo de aquí, podrían librar las arduas batallas con que han contendido siempre, entre ellos mismos, y con los demás.

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