Ven con simpatía transformen Sans Soucí, malecón

Ven con simpatía transformen Sans Soucí, malecón

POR MARIEN A. CAPITAN
La puesta en marcha del megaproyecto de Sans Soucí, que transformaría el litoral de la ciudad de Santo Domingo desde el obelisco hasta Sans Soucí, está bien vista por residentes en la zona y propietarios y encargados de establecimientos que están en el Puerto San Diego, San Soucí y el Malecón puesto que entienden que servirá de empuje al turismo local.

Víctor Hugo Alvarez, por ejemplo, es el propietario de Pizza Puerto, un lugar que está ubicado en el Puerto San Diego desde hace ocho años, y entiende que es preferible que los turistas lleguen a la ciudad por la ribera del Ozama que da directamente a la zona colonial. A pesar de ello, no se quejará en caso de que muden al puerto al otro lado del otro lado del río, tal como estipula el proyecto.

«Yo no soy la autoridad para, en caso de que vayan a desalojar a uno, decir que no. Yo me someto a cualquier cambio que haya en beneficio del progreso y el turismo porque para eso estamos; esa es una de las fuentes de mayor ingreso para el país y estamos aquí esperando lo mejor para nuestro pueblo y el desarrollo del turismo. Yo espero que eso comience pronto».

Dicho esto, Alvarez aseveró que cualquier iniciativa que mejore el área y permita la llegada segura de los cruceros, y por ende de los turistas, será favorable para el país.

Félix Surún, uno de los encargados del restaurante El Bucanero, en Sans Soucí, también está de acuerdo con esta opinión. «Eso yo pienso que será muy bueno, muy beneficioso para el negocio y para el país. Eso se en desarrollo y en puestos de trabajo para la juventud que viene subiendo. Así se reducirá la delincuencia porque habrá más ingresos».

Francisco Rosario, encargado de D» Luis Parrilada, un establecimiento que está a escasos metros de la estatua de Fray Antón de Montesinos, manifestó que la iniciativa le parece excelente porque atraerá al turismo. «Eso aumenta la economía y las ventas. Eso es un beneficio para todos, para los que vienen al Malecón y para los que viven en el país porque habrá más ingresos para todos… sobre todo para los negocios que están aquí».

José Hiciano, asesor de la Asociación de Comerciantes de la Plaza Juan Barón, indicó que estarían de acuerdo con el proyecto siempre y cuando no les afecten. Preocupados por ello, recientemente se reunieron con el síndico Roberto Salcedo, quien les instó a continuar trabajando y manteniendo la zona limpia.

«El nos dijo que no nos van a sacar de aquí, que lo que van a hacer es modificar los negocios, que mantegamos la limpieza y coherencia con los visitantes porque la idea es rehacer la plaza.  El síndico nos dijo que sigamos trabajando que el proyecto no nos va a afectar a nosotros (…) Si él cumple con la palabra que nos manifestó, trabajaremos en conjunto», añadió Hiciano.

Manuel Sánchez, encargado del Elvis Chacabana, un puesto de comida que está justo antes de llegar al Fuerte San Gil, manifestó que está de acuerdo con el proyecto porque va a servir para modificar el área y ponerla mejor. «Hasta el momento no sabemos qué impacto tendrá sobre nosotros, si solamente modificarán el área y si van a hacer negocios o si nos retirarán; no sabemos nada pero de que el proyecto se ve bien, se ve bien y va a ser bueno para la ciudadanía porque traerá más turistas».

Para José Luis Jiménez, propietario del establecimiento «La Fragancia», sin embargo, las cosas no están tan claras. «Ese proyecto dizque no e» ahora pero nosotro (los propietarios de negocios de la Plaza Juan Barón) no queremo eso, imagínese, porque nosotro vivamo de eto e». Si no hacen eso y nos sacan de aquí, ¿pá» dónde e» que no van a llevá? Somo demasiado padre de familia, aquí habemo como cuarenta negocio. Y si no quitan de aquí, ¿de qué vamo a viví? Ese e» el lío», dijo Jiménez al tiempo de apuntar que tiene 20 años trabajando en un puesto que tiene en esta plaza.

Julián Suazo, encargado del colmado Velamar que está ubicado en la calle José Gabriel Carcía, sostuvo que ya era hora de remodelar y cambiarle la cara a la ciudad.

Elido Raposo, vecino del área, señaló que le parece bien que se esté pensando en cambiar esa área. «Es un gran proyecto que aportará mucha vista, principalmente a los turistas que vienen a invernar aquí».

Crucito Novoa, cochero desde hace doce años, apuntó que si el proyecto trae más turistas será beneficio para él y para todos los que trabajan con quienes visitan la ciudad de Santo Domingo. «Si vienen muchos turistas es beneficio para nosotro; si e» algo de bienestar para el turismo, eso e» lo que nosotro queremo, de eso vivimo».

Daniel Mateo, un humilde coquero que trabaja todos los días por el lugar, también se mostró optimista. «Yo no soy nadie para opinar (…). Pero creo que si va sé bien para el pueblo está bien».

FRAY ANTON DE MONTESINOS

En caso de que el turismo aumente en esta zona de la ciudad a causa del megaproyecto de Sans Socucí, los indigentes serán los grandes perdedores de esta historia pues se quedarán  sin una casa que siempre tiene las puertas abiertas para ellos: las faldas de la estatua de Fray Antón de Montesinos.

Este espacio, aunque hace meses prometió ser limpiado y mantenido por el Ayuntamiento del Distrito Nacional, ha estado habitado desde el pasado mes de diciembre: primero fue Cristina Montero, una mujer que se decía metresilí y adoraba a los santos más que a su vida; y ahora es Luis Alberto, un parqueador que prefirió ahorrarse el apellido y la foto para no ser reconocido.

Cristina y Luis Alberto se conocieron en este lugar en enero pasado. Ella, sin embargo, desapareció el 14 de febrero en la madrugada, después que un militar abusó sexualmente de ella. Aunque sus familiares la buscan, nadie sabe dónde encontrarla.

La historia de Luis Alberto también se escribe con lágrimas pues terminó en la calle a consecuencia de un incendio que hace dos años y medio destruyó su casa y mató a sus familiares. Después de refugiarse en el alcohol, decidió intentar volver a vivir pero necesita un trabajo que le permita pagar una casa.

Mientras eso sucede, en el segundo piso de Montesinos está su casa. La sala, hecha a base de un grueso tronco y diversos cartones dispersos el centro del espacio, da paso al ropero, que no es más que un bulto colgado en la pared; y a la «cocina», un rincón en el que descansan los calderos, la leña y todo aquello que utiliza para sobrevivir. Así, como en algo parecido a la caricatura de un hogar, está convertido Montesinos.

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