Las recientes expresiones públicas del presidente Danilo Medina en la que insta a la dirección partidaria a no mandar delegados «señoritos» o «cobardes» a las mesas electorales, y defender el voto como si fuera su vida misma, han provocado reacciones distintas de expertos consultados quienes, por un lado, ven una actitud de desesperación en el Gobierno, y por otro, un incentivo a la violencia machista.
Para Virtudes de la Rosa, directora del Instituto de Género y Familia de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), las expresiones de Medina de que no quiere «señoritos», es un actomachista que pone al desnudo lo que él concibe como práctica política, especialmente en el marco de lo electoral. «Es un incentivo a la violencia, la agresión física y el maltrato oral en la práctica partidaria y un desprecio por la sensibilidad y la decencia en la interacción política», enfatizó.
Sostuvo que esas declaraciones del jefe del Estado en actos públicos de campaña política, constituye un llamado a dejar salir «el macho violento que esta sociedad busca construir en cada hombre», lo que a su juicio representa un peligro, «pues en cada proceso electoral en el país se pierden vidas, se producen crímenes que solo se cuentan como muertos de campaña y son cubiertos con el manto de la impunidad».
«En un país donde cada año decenas de miles de mujeres denuncian ser víctimas de violencia, es muy peligroso que desde la primera figura del Poder Ejecutivo de la nación, se estimule a asumir patrones de comportamientos de violencia machista, por demás, en el marco del único momento en que cada cuatro años este pueblo ejerce el derecho ciudadano de elegir a sus gobernantes», puntualizó De la Rosa.
«Parece que al presidente Danilo Medina se le olvidó que es el primer mandatario del país y se puso el traje de dirigente de un partido que está dispuesto incluso a la violencia para retener el poder», agregó la también catedrática universitaria.
Tres confesiones. Mientras que el reconocido sociología y profesor universitario Juan Miguel Pérez, consideró que en las expresiones de Danilo Medina en acto de respaldo a los candidatos de su partido, se enmarca dentro de un lenguaje propio de la «guerra, de combate; de alguien que está perdiendo el pleito y que tiene que arreciar porque los round se van acabando y, por el puntaje, va perdiendo su esquina»,
Indicó que en esas expresiones, en la que también dice que no desea delegados que salgan corriendo cuando vean ladrar al primer perro, demuestran tres confesiones, siendo la primera que las reglas del juego electoral en el país, «que es la imposición y la trampa», solo puede ser contenida por medio de la fuerza.
Citó que la segunda confesión es que esa «trampa» en el proceso electoral no es monopolio del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), y la tercera, que lo dicho por el Presidente deja ver claro que el PLD ya no es el partido de la meritocracia, «aún sea dentro del tigueraje», sino que hay una especie de transmisión hereditaria a través del linaje biológico de los posicionamiento».
«Un partido con 20 años en el poder, con cinco mandatos, tres de ellos consecutivos; con todo el poder económico sustraído precisamente de las arcas públicas; con un árbitro nombrado por ellos mismos…, que confiese esa necesidad de reorientar la constitución de sus delegados, te dice a ti que algo se quebró y que ya ellos no tienen el monopolio», insistió.
Agregó que cuando el presidente Medina exhorta a su militancia y a su «feligresía» a descartar a los hijos de dirigentes a acudir como delegado solo por ganarse cinco o seis mil pesos, pero sin las agallas suficientes para defender el voto, «eso lo que quiere decir es que eso se fue convirtiendo en la práctica del peledeísmo «.
Citó que la práctica antes citada no solo se ve en el PLD, sino también en el Partido Revolucionario Moderno (PRM), tras indicar que cuando se analizan los candidatos a puestos electivos en el país, es notoria la cantidad de los aspirantes que son hijos de otros dirigentes o «caudillos de los partidos».