PUERTO PRINCIPE (AFP).- El camino hacia la democracia parece largo en Haití, donde un nuevo presidente acaba de ser electo mediante una maniobra electoral facilitada por la comunidad internacional, según analistas.
La proclamación del triunfo del ex presidente René Preval, de 63 años, con el 51,15% de los sufragios, luego de una redistribución de los votos en blanco entre los 32 candidatos, facilitó el trabajo de seguridad de la ONU, pero dejó sin voz a ciertos observadores.
Era necesaria una solución política legal, porque el país, con riesgo en el suministro de agua y combustible, no habría pasado del fin de semana. Esto habría degenerado, dijo la ONU, que dispone de 9.500 Cascos Azules y policías internacionales en el país caribeño.
La proclamación de la victoria de Preval no tiene base legal y pone en entredicho el sistema electoral haitiano, se lamentó por su parte un observador internacional, que pidió mantener el anonimato, haciendo notar que hasta el presente, nadie había hablado de un problema con los votos en blanco.
Bajo asistencia (financiera, política y diplomática) internacional, dos años después de la rebelión armada que expulsó al presidente Jean Bertrand Aristide, la pequeña república caribeña permanece en un espiral de pobreza sin fin.
La organización de las elecciones, supervisadas por la ONU y la Organización de Estados Americanos (OEA) a un costo de 80 millones de dólares, no estuvo a la altura del formidable entusiasmo demostrado por la ciudadanía en los comicios, el 7 de febrero.
Tras levantarse muy temprano, unos dos millones de electores marcharon masivamente de madrugada a los escasos y mal organizados locales de sufragio. Votaron en condiciones de espera muy duras, por causa del calor.
René Preval, un hombre pequeño de sonrisa afable y barba blanca, logró el primer lugar, muy lejos de su principal rival, el ex presidente Leslie Manigat, un crítico de la victoria de Preval, cuya votación bordeó el 12%.
Si el resultado preliminar de Preval (48,76%), luego de escrutarse más del 90% de los sufragios, hubiese sido confirmado por los cómputos definitivos, esto habría implicado una segunda vuelta electoral en marzo.
La base electoral de Preval, la mayoría pobre del país, no deseaba una segunda vuelta y salió a las calles durante cinco días, paralizando la capital: barricadas con carrocerías de vehículos y grandes piedras, ataques contra la propiedad privada, la irrupción en el hotel Montana, el más lujoso de Puerto Príncipe, que albergaba el centro de prensa del Consejo Electoral, un muerto y varios heridos, marcaron las protestas.
No es normal que Puerto Príncipe sea tomado de rehén por estas bandas de exaltados, reclamó el miércoles una vendedora de artesanías establecida en Haití en 1993, que pidió mantener el anonimato.
La imagen de gente pobre chapoteando en la piscina o bailando sobre la cancha de tenis, disfrutando durante algunas horas las alegrías de los ricos, mostró el alcance del poder de Preval, mientras él aseguraba que las manifestaciones habían sido espontáneas.
Los Cascos Azules no tienen esta opinión. Ellos (los seguidores de Preval) son capaces de movilizarse en una hora, dice un responsable de las fuerzas de la ONU.
Luego de 30 años de dictadura y de 20 años de crisis y golpes militares, el pueblo haitiano sigue en el siglo XXI con una gran ignorancia de los principios democráticos. Habituado a elecciones de una vuelta, tras escrutarse el 90% de los votos, no entendía la demora en la contabilización de los sufragios.
Luego de tres días de silencio, su candidato Preval formuló su denuncia de fraudes masivos y errores groseros y la comunidad internacional, agotada política y financieramente por la gestión a la haitiana, usando y abusando de los rumores, ha arrojando la toalla.