Ven Obama luce más  seguro al iniciar su segundo mandato

Ven Obama luce más  seguro al iniciar su segundo mandato

WASHINGTON. AP. Hace cuatro años era el quinto presidente estadounidense más joven de la historia. Ahora, Barack Obama tiene 51 años, algunas canas y algunos surcos.   

Es padre de una adolescente y de una preadolescente. Le subió levemente la presión, aunque sigue siendo excelente. Dejó de fumar. Y tiene un perro.    Los cambios del presidente no son solo físicos. Al iniciar su segundo mandato, luce más seguro, promete ser más firme en las negociaciones, confía más en la gente en que cree, promete menos y se muestra más franco en torno al estado de cosas en Washington.    Y, lo que es tal vez más importante, parece más convencido que nunca de la necesidad de tener al público de su lado.    “No se puede cambiar a Washington desde adentro”, declaró durante la campaña electoral. “Solo se la puede cambiar desde afuera”.   En los mejores días de su presidencia, Obama observó de primera mano el poder y las posibilidades de su cargo.

En los peores, constató en carne propia sus limitaciones.    Festejó la aprobación de su monumental plan de salud. Y lloró las muertes de los escolares asesinados en Newtown.    Disfrutó la noticia de que Osama bin Laden había sido pillado finalmente. Y recibió los cadáveres de los soldados caídos que eran traídos a la base de Dover, Delaware.    Entre los grandes momentos y aquellos no tanto, Obama tuvo que lidiar con las duras realidades diarias en jornadas inacabables. Siempre hay una nueva negociación. Una nueva batalla legislativa. Un  problema económico. Otro desastre natural.    La impresión generalizada es que Obama no cambió demasiado, ni en cuanto a estilo ni en cuanto a personalidad. Pero cada capítulo de su presidencia –la crisis económica, la batalla del plan de salud, la paliza que recibió en las elecciones de mitad de término, las negociaciones en torno a la deuda y el déficit, la campaña electoral– lo ayudaron a ajustar su perspectiva de las cosas.    “Luego de cuatro años, sabe bien en qué consiste el trabajo”, declaró la asesora presidencial Valerie Jarrett. “Sabe lo que es posible si uno tiene al pueblo detrás, dispuesto a hacer fuerza para cambiar las cosas”.    El propio presidente ha hecho comentarios aquí y allá que reflejan las dificultades que enfrentó.    —”Todo toma un poco más de tiempo del que uno quisiera”.    —”Subestimé la medida en que, en esta ciudad, la política impide la resolución de los problemas”.    —”Mi error en el primer par de años fue pensar que lo que había que hacer era delinear la política indicada”.    —”No hay decisión que tome uno por la que no haya que pagar”.    —”Hay que romper la costumbre de negociar solo cuando hay crisis una y otra vez”.    Obama tiende a exculparse y cree que no es responsable de la obstinación de Washington y de todas las intrigas políticas de los republicanos.    Los republicanos, por su parte, atribuyen los problemas a políticas equivocadas del presidente.

La clave

 Comunicador, confiable

 Las encuestas indican que se lo sigue considerando un buen comunicador, entrador, bien informado, confiable. Pero mucha menos gente lo ve como un líder fuerte, alguien que consigue resultados.    Andrew Kohut, del Centro de Investigación Pew, dice que las cifras de Obama en ese terreno van a repuntar a juzgar por su reciente aumento de popularidad.

Su índice de aprobación está  por encima del 50%, luego de quedar por debajo de esa cifra en el 2011 y 2012. Pero no se acercan a la popularidad de sus primeros meses, en que llegó a superar el 70%.

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