Venecia, siempre sorprendente

Venecia, siempre sorprendente

VENECIA, Italia. La ciudad flotante se asoma con elegancia a sus canales y en ellos se refleja, dando la sensación simultánea de realidad y espejismo. A esta impresión única quizás se deba su fama de ciudad excepcional y romántica.

Se extiende señorial y silenciosa entre pequeñas plazas de piedra, canales, calles estrechas y callejones, formando un delicioso laberinto que invita a perderse en él.

Alejarse del centro de la ciudad, repleto de turistas que van y vienen (unos 10 millones la visitan al año), es una buena idea para conocer la esencia de este horizonte único, que es mucho más que un paraíso romántico para enamorados o musa de poetas.

Explorarla a pie, porque no existe otro modo de hacerlo en tierra firme, permite adivinar un mundo de siglos, con un pasado de esplendor, mientras se observan los edificios antiguos, los talleres de artesanos, las tiendecitas de recuerdos típicos, los mercados repletos de frutas y los encantadores restaurantes y cafés que tanto abundan en ella.

Para alcanzar distancias mayores o hacer un recorrido más completo, lo recomendable es tomar un transporte acuático.

El vaporetto (autobús fluvial) es lo más práctico y económico para estos fines; pero si se trata de un paseo romántico e inolvidable la mejor opción es una góndola, embarcación símbolo de esta ciudad.

Venecia es la capital de la región italiana de Véneto, con aproximadamente 320 000 habitantes. Está situada sobre 120 islas, conectadas por cuatrocientos treinta y tantos puentes, que se extienden en una laguna pantanosa en el mar Adriático.

Sus 170 canales, que se ramifican como venas a modo de calles, parten del Gran Canal, eje principal de Venecia. Esta amplia avenida acuática tiene cuatro kilómetros de longitud y describe un interesante trayecto en forma de S, que permite ir descubriendo en cada curva, a derecha o izquierda, sus grandes bellezas arquitectónicas ricas en detalles góticos, renacentistas y barrocos que exhiben las fachadas de sus iglesias y palacios.

A pesar de su longitud y de que divide completamente la ciudad en dos partes, el Gran Canal solo cuenta con tres puentes en funcionamiento.

Actualmente está a punto de ser inaugurado un cuarto puente, diseñado por el arquitecto español Santiago Calatrava, el cual es el primero que se construye en el Gran Canal después de 125 años.

El corazón de Venecia
El centro de la ciudad es la Plaza San Marcos y los edificios que la circundan.

Quienes visitan el Palacio Ducal
Pueden participar en una interesante excursión (el Itinerario Secreto) a través de las salas de la Inquisición, cámaras de tortura, pasadizos misteriosos y llegar hasta el famoso Puente de los Suspiros, un paso cubierto que unía el palacio con los calabozos.

Napoleón Bonaparte
Dijo de ella que era “El salón más bello de Europa”. Actualmente está poblada de palomas y turistas, y en cada centímetro de sus 80 metros de ancho por 170 de largo hay obras maestras para admirar: la Torre del Reloj, que marca el paso del tiempo desde 1499; el Palacio Ducal, la Basílica de San Marcos y su campanario, desde cuya altura se puede observar toda Venecia. La Basílica, que fue construida para albergar el cuerpo de San Marcos, patrón de la ciudad, es un formidable templo bizantino edificado entre los siglos IX y XIII, coronado por cinco cúpulas. Se destacan los  mosaicos dorados que cubren la fachada.

Venecia, irremediablemente amenazada  por las aguas
Las aguas que le dieron vida y que moldearon su carácter de ciudad excepcional, hoy amenazan con destruirla. Dicen los expertos que Venecia se hunde irremediablemente y que de no tomarse medidas eficaces llegará el día en el que el mar Adriático la devore.

La ciudad flotante fue fundada hacia el siglo V sobre las islas de una laguna pantanosa de poco fondo, situada en lo que hoy se conoce como Golfo de Venecia.

Los primeros habitantes, los vénetos, se refugiaron en esta marisma huyendo de los bárbaros, y construyeron allí simples edificaciones lacustres sobre pilares de madera.

Debido a su estratégica característica geográfica, Venecia tuvo desde entonces una defensa natural, ya que la barrera que formaban las cadenas de islas impedía ataques de caballería o infantería.

La comunión del pueblo veneciano con el agua ha sido tal que durante su época de independencia, cuando fue la Serenísima República de Venecia, entre los siglos IX y XVIII, cada nuevo jefe de gobierno (dogo o dux) asumía su cargo en una gran ceremonia nupcial en la que se casaba con la mar y arrojaba un anillo de oro al agua.

Un edicto de los magistrados de las aguas, del siglo XVI, también deja constancia de lo que significaba este líquido para los habitantes de la República. Dice: “La ciudad de los venecianos, fundada por la Divina Providencia en el agua, y protegida por ésta, está defendida como por un muro de agua. Por tanto, cualquiera que ose infligir daño a las aguas públicas será considerado enemigo de la Patria…”.

Pese a los cuidados de siglos, hoy Venecia se enfrenta a dos problemas que presagian catástrofe: el hundimiento de la ciudad debido a su propio peso sobre un terreno blando y el aumento en la frecuencia de mareas altas superiores a lo normal. La combinación de estos dos procesos ha contribuido a variar el nivel del mar, que actualmente es 25 centímetros más alto que en el 1897.

Al hecho de que la ciudad se asienta sobre sedimentos no sólidos, se agrega el problema de las industrias locales, que han contribuido a la aceleración de la erosión del suelo con sus desechos contaminantes y con la extracción de agua del subsuelo.

La ciudad siempre ha sufrido inundaciones, pero en las últimas décadas, debido al derretimiento de los hielos, consecuencia del calentamiento global, el problema se ha agudizado.

En primavera y otoño tiene lugar el acqua alta (marea alta) dos veces al día, provocando unas 100 inundaciones, con elevaciones de más de 80 centímetros sobre el nivel del mar.  Además de las dificultades que causa al turismo y a la vida cotidiana, las mareas altas dañan seriamente los edificios venecianos, porque el agua salada se filtra por los ladrillos y los debilita. Un ejemplo de ello es la basílica de San Marcos, construida hace 900 años. En la actualidad se encuentra ligeramente inclinada a la izquierda debido a la inestabilidad de sus cimientos; pero, aún más grave fue el derrumbe completo de su campanario en marzo de 1902, que se desplomó por el  hundimiento diferencial del suelo. Esta estructura se levantó de nuevo siguiendo con exactitud su diseño original.

Moisés, el proyecto salvador
La historia registra como la inundación  más devastadora para la ciudad, la que ocurrió el 4 de noviembre de 1966, cuando las calles y las casas se vieron anegadas por más de seis pies de agua, ocasionando daños a monumentos y pinturas invaluables.

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