Venecia
La ciudad del amor

<p><strong>Venecia</strong><br/>La ciudad del amor</p>

Por: Maribel Lazala
Fotografías: Fuente externa

Venecia recibe a los visitantes en forma majestuosa, exhibiendo con orgullo sus innumerables monumentos y elevándose altiva sobre los mares que rodean su escasa tierra firme.  Si tiene el privilegio de llegar en un Crucero, el espectáculo los dejará sin aliento.  De lado a lado, majestuosos palacios cuentan historias y atraen la mirada curiosa que se desgasta hasta el éxtasis.

Se puede decidir encaminarse a lo largo de las calles, subir y bajar los puentes, cruzar campos y plazoletas o tomar el camino del mar y atravesar la ciudad por medio de un barco de vapor a lo largo del Canal Grande, al centro del escenario multicolor de los palacios más bellos del mundo que se asoman en sus aguas. En todo caso, la realidad será superior a la expectativa. Su aroma de historia resplandeciente, de romanticismo inigualable, de góndolas multicolores surcando sin prisas las aguas de los canales de esta ciudad anfibia, atrapan hasta al más frío de los mortales sucumbiendo a las emociones más diversas. En esta ciudad, construida sobre 120 pequeñas islas, todo lo que hay nos recuerda el extraordinario poder de la antigua república marinera, de su fuerza, de su tenacidad, de la iniciativa de sus habitantes y de la maravillosa civilización que ellos crearon.

Probablemente ninguna ciudad en el mundo ha sido fotografiada tanto como Venecia y tal vez, ninguna otra ciudad es apta, como Venecia, a interpretaciones tan diferentes y contrastantes. Venecia monumental, Venecia ciudad-museo, Venecia en degrado, Venecia que muere, Venecia de los venecianos, y Venecia del amor, como yo prefiero llamarla. Son todas imágenes que pertenecen a Venecia y que a sabiendas de su amenaza de supervivencia, le agrega una dosis de nostalgia.  Y ciertamente, a pesar de la realidad de su hundimiento progresivo respecto al nivel de las aguas, Venecia sigue atrayendo a millones de turistas de todo el mundo, muchos de los cuales retornan para sumergirse en su aroma singular.

A lo largo de las orillas del Canal Grande, el cual cruza la ciudad con sus curvas anchas, se hallan los palacios venecianos más bellos, tesoros de arquitectura y en algunos casos, sedes de colecciones de arte muy importantes. Así que aquello que para Venecia es el medio de transporte y comunicación, es también el eje central de su vida cultural, además de ser el recorrido más espectacular para los turistas que la visitan. La Basílica de San Marcos o «Capilla Ducal», al estar cerca del Palacio Ducal, es un símbolo de la vida cultural y espiritual de Venecia, emblema que se encuentra entre la civilización occidental y la oriental, con su estructura típica bizantina, con la base de la cruz griega y sus cinco grandes cúpulas, no tienen antecedentes en la península italiana. El puente Rialto se asoma a las aguas del Canal Grande y se ve claramente la vocación de llegar a ser la arteria más importante de tráfico marítimo de la ciudad, eje de unión entre el mar y la tierra firme, llegando a ser el corazón del centro urbano. Y es que con más de 400 puentes entre una isla y otra, se puede caminar y trabajar con un mayor ritmo, permitiendo un desarrollo armonioso y funcional a lo largo de los mayores canales que corren entre las islas.

Basílicas, Iglesias, museos y palacios y un creciente comercio que responde a las demandas de su creciente turismo, hacen de esta ciudad un destino exquisito, aventurero y romántico. Para los que gustan de las compras, es indispensable visitar una de sus prestigiosas fábricas de Murano, donde además de observar cómo se funde el vidrio convirtiéndolo en maravillosas piezas, se pueden recorrer salones repletos de piezas únicas y exquisitamente trabajadas. Pero lo que más identifica a esta bella ciudad, son sus máscaras de Carnaval que recuerdan los famosos Carnavales Venecianos de la antigüedad y que aún hoy,  intentan rememorar a través de una fiesta que desde hace unos años ha vuelto a encontrar en Venecia una tal fuerza y atractivo, que turistas de todo el mundo invaden literalmente toda la ciudad. Esta fiesta, de antiguos orígenes griegos y romanos, se celebra en el periodo que en el calendario litúrgico católico se encuentra entre la Epifanía y la cuaresma, y en ella se despliegan millares de personas enmascaradas que compiten con sus disfraces de fantasía y llenos de excentricidades. Pero, incluso para aquellos que no participan de estas fiestas, llevarse a su casa una de estas máscaras bellamente trabajadas, es un acto casi obligatorio que servirá para el recuerdo y como pieza decorativa sin igual. Y de nuevo a la Plaza San Marco, donde converge todo y donde es indispensable tomar fotografías con las palomas, cómplices entrenadas de esta imagen para la historia y paseo exquisito para sentarnos a tomar un delicioso café mientras vemos pasar gente tan diversa como sus expectativas.

Y ya al final de la tarde, cuando nos quedan pocos minutos para despedirnos de esta bella ciudad,  abordar una de las tantas góndolas que aparcadas frente al Rialto esperan a los turistas,que anhelan el momento mágico en el marco de esta bella ciudad para decir «Te amo!», para renovar votos, pedir en matrimonio, o sencillamente, tomar la mano de tu pareja tiernamente y agradecer a Dios por la vida y el amor.

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