Desde la semana pasada estamos publicando artículos sobre la trata de inmigrantes en el país que extraen datos del estudio que realizamos para el Instituto Nacional de Migración sobre trata de mujeres extranjeras en República Dominicana publicado hace un par de semanas.
La trata es parte del continuo migratorio. Tanto venezolanas como haitianas emigran por condiciones socioeconómicas estructurales y de violencia en ambos países. Junto a ello se encuentra la emigración como una estrategia de ruptura con círculos de violencia de género e intrafamiliar. Estas situaciones de violencia de género e intrafamiliar las exponen a la trata.
A ello se le agrega la venta del país (República Dominicana) como un lugar con facilidades para obtener trabajo o fuentes de ingresos desde el sector informal hacia Venezuela y hacia Haití
“Más allá de las causas de la migración al país está la mirada al por qué se enganchan en redes de trata en las que son engañadas, vendidas, secuestradas para explotación sexual, matrimonio servil, explotación en trabajo doméstico y explotación laboral. Si bien las condiciones de extrema pobreza en Haití y la fuerte crisis socioeconómica de Venezuela expulsan a sus mujeres hacia otros destinos en búsqueda de ingresos, esto tiene un agravante: su condición migratoria. Llegan al país de ambas nacionalidades y no pueden ejercer ningún trabajo formal que les garantice derechos laborales y salarios justos”.(Vargas/INM 2019: 131)
“Estas condiciones de irregularidad están vinculadas a políticas migratorias restrictivas que favorecen la trata de personas, crean barreras que obstaculizan la inserción en el mercado laboral formal. Las migrantes tienen limitado acceso a la visa de residencia o la visa laboral acorde a la política migratoria vigente. Ni las venezolanas ni las haitianas entrevistadas cuentan con los requisitos que establece el país para obtener la residencia temporal o permiso de trabajo, siendo imposible emplearse quedando así vulnerables frente a la trata”.
“Hay que agregar que la trata se soporta en un tejido de relaciones de confianza que sirve de velo para esconder las tramas de engaño, venta, secuestro y explotación. En todos los relatos se muestran figuras de enganche entre las mujeres migrantes y el tratante. Estas figuras de enganche son amigas, familiares, parejas y ex parejas, todas ellas personas con relaciones afectivas con las migrantes que favorecen su confianza en dueños de negocios y buscones”.
“Junto a las relaciones de confianza hay que destacar la existencia de una masculinidad violenta que demanda continuamente servicios sexuales con el manejo de estereotipos de género según los estratos sociales y las nacionalidades que favorece la oferta en negocios donde se supone que no se realiza trabajo sexual”.