En el mostrador de una fiambrería en el este de Caracas, Humberto González retira fetas de queso blanco de su balanza y las reemplaza con un fajo de bolívares que le entregó un cliente. La moneda está tan devaluada y cada compra requiere de tantos billetes que en vez de contarlos, los pesa.
“Es triste”, dice González. “En este punto, creo que el queso vale más”.
Es también una de las más claras señales de que podría estar arraigándose la hiperinflación en un país que se rehúsa a publicar datos de precios al consumidor de manera regular.
No en todas partes se ve que pesen billetes, pero va en aumento, y hace evocar escenas de algunos de los episodios de hiperinflación más caóticos del siglo pasado: Alemania después de la Primera Guerra Mundial, Yugoslavia en la década de 1990 y Zimbabwe hace un decenio.
“Cuando comienzan a pesar efectivo, es señal de una inflación descontrolada”, dijo Jesús Casique, director financiero de la consultora Capital Market Finance.
“Pero los venezolanos no saben cuán grave es porque el gobierno se niega a publicar cifras”, señaló.
En otro tiempo una de las monedas más fuertes del mundo, el bolívar se ha convertido en una complicación. Las compras básicas requieren de cientos de billetes.
Los consumidores meten las pilas en bolsos de gimnasio antes de salir a calles inseguras por el delito, y los comerciantes los guardan por miles en cajas y cajones desbordados. A falta de datos oficiales, los economistas conjeturan cuál es la tasa de inflación. Las estimaciones para este año van de 200 por ciento a 1.500 por ciento
Hasta ahora, mientras el bolívar se hundía, el gobierno se negaba a imprimir billetes de mayor denominación. El billete de 100 bolívares –el de más alta denominación– vale menos de diez centavos de dólar.
Hace unas semanas, empero, el gobierno discretamente pidió a cinco compañías de impresión de moneda que presenten propuestas para billetes de mayores denominaciones: 500, 1.000, 5.000, 10.000, y quizás 20.000 bolívares, según alguien con conocimiento directo del encargo.
El pedido es que los billetes estén listos a tiempo para los aguinaldos de Navidad. Normalmente, una orden de esta naturaleza toma de cuatro a seis semanas y hasta ahora no hubo adjudicaciones en la licitación. Para minimizar tiempo y costos, el gobierno estudia solamente modificar el color, no el diseño, de billetes existentes, y agregar ceros, dijo la persona. El Banco Central dijo que no tenía comentarios.
Las autoridades recientemente tomaron una pequeña medida para mitigar la escasez de efectivo, permitiendo que los consumidores usen tarjetas de bancos para retirar dinero de tiendas y farmacias.