Venezolanos reducen compras componentes pabellón criollo

Venezolanos reducen compras componentes   pabellón criollo

Los venezolanos han reducido drásticamente las compras de los componentes del pabellón criollo, uno de los platos más representativos de la gastronomía venezolana y casi otro de sus símbolos nacionales. Los componentes son arroz, carne mechada guisada, frijoles negros y unas pocas tajadas fritas de plátano maduro o amarillo.

Casi el 90% de las familias incluía el arroz en su compra semanal de alimentos en el año 2014, frente al casi 80% que lo hacían en 2017; en el caso de la carne, el porcentaje ha descendido desde el entorno del 75% hasta el 40%; del 35% a poco más del 10% en las frutas y solo las legumbres han aumentado del 30% hasta algo más del 40%.

Los datos forman parte de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida en Venezuela 2017 (Encovi) impulsada por la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), la Universidad Central de Venezuela (UCV) y la Universidad Simón Bolívar (USB) y cuyos resultados fueron dados a conocer por el diario español El Mundo.
Philippe Waechter, economista jefe de la gestora Ostrum AM (firma afiliada a Natixis IM), afirma: «La gente está muriendo de hambre. El peso promedio de la población es menor año tras año.
Según la Encuesta de Condiciones de Vida, el peso promedio de los venezolanos fue 11 kilogramos menor en 2017 que un año antes, y en 2016, ocho kilos inferior al de 2015. Esa es una medida real de una profunda crisis».
Según la Encovi, «seis de cada 10 venezolanos han perdido aproximadamente 11 kilogramos de peso en el último año por el hambre», y si se atiende a la encuesta de 2016, siete de cada 10 personas adelgazaron una media cercana a los nueve kilos. Pero hay más.
En 2017, nueve de cada 10 venezolanos no podía pagar su alimentación diaria y «aproximadamente 8,2 millones [en un país de 32,5 millones de habitantes] ingirieron dos o menos comidas al día».
La situación en el país es desesperada, pese a contar con las mayores reservas de petróleo de todo el mundo. La inflación bate récords a diario y podría alcanzar el 1.000.000% en 2018, según las estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI); a esto se une la hambruna, el éxodo masivo de miles de personas a los países vecinos y la crispación social, que va en aumento.
El presidente bolivariano, Nicolás Maduro, ha lanzado un plan de «revolución económica y prosperidad», pero ni los analistas internacionales ni los mercados ni los acreedores creen que pueda servir para nada.
«Desde S&P no hemos visto nada que nos lleve a creer que las nuevas medidas puedan ser exitosas», asegura Manuel Orozco, director asociado de Finanzas Públicas Internacionales de la agencia de calificación.
Entre esas nuevas medidas, el régimen de Maduro ha devaluado más de un 95% su moneda, elevó impuestos, decretó el aumento de las tarifas del transporte y multiplicó por 35 el salario mínimo a percibir. También ha lanzado un plan de ahorro cuya medida estrella consiste en vender «lingoticos de oro» para captar ingresos de sus ciudadanos .
Se ha establecido un sistema de fijación de precios para 25 productos de la cesta básica. Entre los productos afectados se encuentran los huevos, la carne, el pollo, la harina de maíz, el arroz o la pasta y prácticamente todas sus existencias han desaparecido de los supermercados del país, mientras el aumento del salario mínimo es inútil.

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