Lloran sobre el ataúd que tiene los restos de José Manuel Pérez, de 28 años, durante su funeral en el Cementerio Municipal de Valencia, Venezuela, el viernes 30 de marzo de 2018. Algunas de las 68 víctimas fatales que dejó el devastador incendio en las celdas de una comisaría fueron enterradas una al lado de otra en medio del reclamo de sus familiares que exigen justicia y la verdad sobre una de las mayores tragedias carcelarias del país suramericano. (AP Foto/Ariana Cubillos)
Venezuela . — Bajo un intenso sol y un asfixiante hedor que impregnaba todos los alrededores, algunas de las 68 víctimas fatales que dejó el devastador incendio en las celdas de una comisaría fueron enterradas una al lado de otra en medio de la consternación de sus familiares que a tres días de los incidentes siguen esperando la repuesta de las autoridades sobre lo ocurrido.
Imágenes de profundo dolor se repetían de manera incesante a medida que transcurría la mañana e iban llegando poco a poco al cementerio central de la ciudad industrial de Valencia los familiares cargando los modestos féretros de madera.
Los muertos fueron enterrados en una serie de nichos de ladrillos que fueron construidos uno a lado del otro en un área del cementerio. Las tumbas fueron adornadas con sencillas cruces blancas que tenían escrito a mano el nombre de los muertos, y las fechas de nacimiento y de su muerte.
Los trabajadores del cementerio aseguran que están esperando inhumar el viernes al menos 32 personas que murieron en el incendio.
“Quiero saber quiénes son los culpables”, afirmó desde uno de los rincones del cementerio Wilca González, al clamar justicia por la muerte de su esposo.
González, de 36 años, indicó que a pesar de que las autoridades garantizaron que harían una investigación hasta el momento no ha visto a nadie haciendo las pesquisas.
Al recordar la última vez que habló con su esposo, González dijo que él la llamó desde su celda, en medio del incendio, clamando por ayuda y le dijo: “no puedo respirar. Me estoy asfixiando”.
La mujer relató que logró identificar el cuerpo de su esposo, que tenía el rostro gravemente quemado, por una antigua lesión que tenía en el dedo anular izquierdo y sus dientes delanteros. “¿Cómo voy a poder olvidar a mi esposo quemado?, dijo González, que calificó el hecho como un “genocidio”.
Poco después llegó un grupo de niños que entre llantos acompañaron los restos de su padre hasta la tumba que fue cubierta de flores. Cerca de ellos estaba un hombre que intentaba aguantar el hedor del lugar tapándose la nariz con la parte delantera de su camisa.
Tras varios días de silencio, el gobierno venezolano se pronunció el viernes para solicitar al Ministerio Público que inicie una investigación para determinar las causas del siniestro y las eventuales responsabilidades, y criticó declaraciones que realizó la víspera sobre el caso la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos alegando que fijó una posición “tendenciosa” sobre Venezuela sin requerir información oficial.
Asimismo, el gobierno anunció la creación de un equipo multidisciplinario, la activación de los protocoles para la protección de las familias afectadas y los lesionadas, y el otorgamiento de “medidas de reparación”.
A tres días de una de las mayores tragedias carcelarias ocurridas en el país suramericano, las autoridades aún no han ofrecido un reporte sobre cómo sucedieron los hechos y posibles responsables.
Algunos relatos de los familiares de las víctimas sostienen que el incendio supuestamente habría sido provocado por guardias, mientras un activista de derechos humanos indicó que algunos presos lo ocasionaron al prenderle fuego a colchonetas para tratar de presionar un escape masivo.
El fiscal general Tarek William Saab anunció en la víspera que 68 personas perecieron en el hecho y que se designaron cuatro fiscales para investigar el caso.
Desde hace varios años las organizaciones humanitarias han venido alertando sobre la compleja situación de los centros policiales venezolanos donde se estima que están recluidos 32.600 personas y hay un hacinamiento de más de 450%, según cálculos del Observatorio Venezolano de Prisiones.
En 1994 se registró la mayor tragedia carcelaria cuando perecieron 108 reclusos en un incendio en una cárcel de la ciudad occidental de Maracaibo.