BBC MUNDO. Los primeros signos de una campaña electoral para elegir al próximo presidente de Venezuela no dejan lugar a dudas: será corta, pero no dulce.
Aunque el cronograma oficial de las elecciones venezolanas dice que la campaña comienza el 2 de abril, la carrera por las presidenciales está en marcha desde ya. No hay tiempo para sutilezas. Las partes están mostrando sus cartas. Y los dientes.
El presidente encargado, Nicolás Maduro, presentó los documentos para su candidatura con un acto multitudinario que es difícil calificar de otra cosa que no fuera un auténtico mitin. Por su parte, el principal aspirante opositor, Henrique Capriles, también presentó sus credenciales ante el Consejo Nacional Electoral (CNE) aunque sin más que una rueda de prensa posterior.
La de las presidenciales del próximo 14 de abril será oficialmente la más corta de la historia, diez días. O si somos realistas y contamos desde ya, de facto serán 33 días.
Corta sí, pero muy crispada, al menos, a juzgar por el inicio y los duros cruces de declaraciones entre Maduro y Capriles.
La sombra de Chávez. Aunque estos son los primeros comicios presidenciales desde 1998 en que la lista de aspirantes no está encabezada por Hugo Chávez, la alargada sombra del carismático presidente es casi seguro que la va a recorrer.
De hecho, basta ver el cartel electoral de Maduro: una foto de Chávez. La estrategia está clara por su parte. La de Capriles también: «Nicolás no es Chávez», dijo el domingo.
«No soy Chávez, pero soy su hijo», respondió Maduro el lunes, a lo que Capriles reaccionó horas más tarde: «Esta campaña es entre tú y yo, Nicolás. Dejen al presidente tranquilo».
Así pues, mientras en las filas del aspirante gubernamental tratan de convertir la votación en un plebiscito sobre la gestión de Chávez, en la oposición buscan por todos los medios que el que se presente, no sólo de hecho sino también en los simbólico, sea Maduro.
Pues es precisamente el endoso de Chávez, eso de que dijera lo que convierte al excanciller en favorito. «Con Chávez y Maduro, el pueblo está seguro», ya es todo un eslogan.
«Voy a votar por Nicolás Maduro porque fue el líder que nos dejó nuestro presidente. Si nuestro presidente nos dejó ese líder, entonces hay que votar por ese líder», le dijo a BBC Mundo Daría Álvarez, una de las asistentes al evento de Maduro.
La ofensa. Capriles: «Esta campaña es entre tú y yo, Nicolás. Dejen al presidente tranquilo».
La primera gran controversia de la campaña ha tenido que ver con el difunto mandatario, cuyo féretro continúa en capilla ardiente mientras sus seguidores siguen visitándolo.
Son dos filas, cada uno pasa unos dos o tres segundos y le presenta sus respetos a su manera: mano en el corazón unos, saludo militar otros. El goteo ha sido constante, casi sin parar desde el funeral de estado del pasado viernes.
Capriles acusó al gobierno de estar haciendo campaña con el cadáver de Chávez y de mentir respecto a su salud: «Ustedes saben que nunca se recuperó».
«Todo estaba fríamente calculado ( ). ¿Quién sabe cuándo murió el presidente Chávez?», dijo.
El presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, acusó al candidato opositor de hacer una «declaración de guerra».
«Capriles, te metiste con Chávez y con el profundo amor que siente el pueblo por el comandante de la patria», escribió Cabello en Twitter.
«Capriles dice fundamentalmente que hemos estado engañando a nuestro pueblo para usar electoralmente este duelo, eso es una infamia», le dijo a BBC Mundo el ministro de Petróleo, Rafael Ramírez.
«Ha dicho que la familia del presidente Chávez se ha prestado para esto ( ). Esa burla a la memoria de nuestro jefe de Estado, no la vamos a aceptar. Moderada fue la respuesta de Diosdado», agregó el también titular de la estatal Pdvsa.
Al día siguiente, ya el lunes, Capriles afirmó que se retracta «si hay un palabra que haya dicho que ofenda a la familia del presidente o que lo ofenda a él».
Crispación «Te lo digo bien claro, Nicolás, el problema eres tú», continuó Capriles dirigiéndose a Maduro por su nombre de pila y tuteándolo.
El tono empleado por el candidato a la hora de hablar públicamente ha sido ostensiblemente más agresivo contra Maduro de lo que jamás fue en la campaña de las presidenciales de octubre a la hora de hablar de Chávez.
Y al revés, pues algo parecido. El difunto mandatario siempre quiso dejar claro que estaba muy por encima del gobernador de Miranda: casi nunca lo llamó por su nombre, lo calificó de «la nada» en repetidas ocasiones y se sacaba de la chistera epítetos que venían casi siempre a ser sinónimos de «insípido».
Para encontrar insultos como tales, que los hubo, habría que rebuscar pues no daba la impresión de que fuera la línea. Pero esta ocasión parece bien distinta. Maduro entra al trapo en lugar de sobrevolar. Así, no para de llamarlo «fascista», «miserable».
Y ese es el tono con el que comienza la campaña electoral: con Capriles acusando de mentir «a Nicolás», con Maduro arremetiendo contra Capriles, y con la sombra de Chávez sobre todos.