Venezuela en la mira yanqui

Venezuela en la mira yanqui

Vivimos tiempos de agresión imperial: Irak, Palestina, Haití, Venezuela, Cuba. Agresión imperial son también los intentos gringos de que países con gobiernos serviles al imperio doblen la cerviz en cuestiones como el TLC que quieren imponerle a nuestro país y la gran presión sobre Argentina para que su gobierno no entre en cesación de pagos con el FMI.

Haití está saboreando la democracia norteamericana y francesa. Tropas norteamericanas en Haití y la imposición de un gobierno títere, incrementan el peligro de agresión contra Cuba, cuyo gobierno revolucionario alerta permanentemente a su pueblo.

Ahora el filo de la agresión apunta contra Venezuela. Estados Unidos necesita, por todos los medios, sacar de raíz el foco de rebeldía en América, constituido por el gobierno bolivariano de Chávez.

¡Increíble la capacidad de resistencia que esa parte fundamental del pueblo venezolano y el gobierno de Chávez han desplegado contra los planes del imperio! Y mientras más persiste el pueblo y gobierno venezolano en su resistencia contra la agresión, y mientras más digna es la posición de Chávez, más grande y amplios son los planes desestabilizadores.

¿Qué pasaría si el inmenso poderío yanqui no consigue derrocar a ese coronel cada vez más inclinado a emular a Bolívar?. Los estrategas de Washington están dispuestos a llevar esta confrontación hasta el fin, porque lo contrario podría desestabilizarle todo el tinglado de poder en América.

Por ello, está en marcha el tercer golpe de estado contra Chávez. Ahora la oposición ha decidido dividirse entre los «buenos» y los «malos». Unos dicen que confíen en el tribunal electoral y persiste en el conteo de los votos fraudulentos, acompañados por un tal Gaviria y un tal Carter, que son parte de la comedia que persigue ensangrentar al pueblo venezolano. La otra parte, la «mala», denuncia la debilidad de «la buena», y entonces inicia, apoyado en el respeto a las reglas de la democracia por parte del gobierno venezolano, una guerra de guerrillas, siguiendo las mejores tradiciones militares aprendidas de las triunfantes luchas de los pueblos del mundo: pequeños grupos «muerden» en una multitud de puntos sensibles, parando el tránsito, quemando gomas, desafiando a la policía, y luego retirándose, no sin antes, intentar, ayudados por francotiradores bien apostados, a producir algunos «mártires». ¡Recordemos que los manuales de la CIA en la guerra sucia centroamericana, recomendaban a «la contra» provocar muertes, porque toda lucha «necesita de mártires»!

Es el juego del policía bueno y el malo, interrogando a un prisionero. El bueno son los viejos socialcristianos y adecos, acompañados por Gaviria y Carter, y el malo son los francotiradores de la CIA y la parte de la oposición que hace guerrillas, que provoca a la policía, que entorpece el tránsito, que abusa de las libertades políticas.

Chávez responde levantando el dedo acusador contra Washington. Responde movilizando a los y las venezolanas. Arengando a la multitud a defender el proceso en curso. Tal parece que Chávez sabe muy bien que si le hace una sola concesión al imperio, se lo tragan vivo. Y tal parece que tiene la firmeza de carácter, la visión política y los timbales, para no vacilar, cuando todo el poderío del enemigo lo trata de cercar y amedrentar.

Esta situación me recuerda una conversación que sostuvimos anoche, hasta las dos de la madrugada, con un viejo compañero de lucha, con quien queríamos, discutir nuestro último trabajo: ¡Cambiar el Rumbo del País! Reconstruir la Esperanza. El problema es «cambiar la correlación de fuerzas entre nosotros y el enemigo», le decíamos al compañero. Y para cambiar la correlación de fuerzas, hay que avanzar hacia una conjunción de fuerzas sociales, integrada por aquellos sectores afectados por el Modelo, que no son solo los sectores populares y los trabajadores.

¡Claro que en el fondo de todo esto está el sistema capitalista, con su globalización neoliberal! Pero la estrategia del imperio necesita aplastar todo vestigio de Soberanía y de Independencia, y el modelo que imponen para ello, golpea, no solo a los sectores populares sino a todo el aparato productivo nacional y a las clases medias.

Luchar por: ¡Cambiar el Rumbo de nuestras Naciones! es avanzar hacia la modificación de la situación general de todo el continente, que hoy favorece casi absolutamente al imperio, que se esfuerza por tumbar a Chávez, destruir a Cuba y doblarle el brazo a todos los Lula, Kishner; a los beneficiarios del giro a la izquierda de los electores en Salvador y Uruguay. Pero también como muro de contención de las insurrecciones populares, como la de Bolivia.

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