Venezuela y Cuba cambian petróleo por médicos

Venezuela y Cuba cambian petróleo por médicos

Vilma González, una madre soltera de Petare, un barrio pobre de Caracas, le está tan agradecida a Fidel Castro como a Hugo Chávez, porque su hija Yulacey no llora de dolor en medio de la noche.

El diente partido de Yulacey lo arregló gratuitamente un dentista cubano, uno de los miles despachados desde la isla para trabajar en los vecindarios más pobres de Venezuela bajo un programa respaldado por el gobierno de Chávez.

“Lo que Chávez ha hecho -y yo supongo que Castro también- es muy positivo”, dice la señorita González. “Nunca tuvimos un médico que visitara el barrio antes, y yo nunca tuve el dinero para llevar a los niños a una clínica privada”.

El programa de Odontología cubano es solo un elemento de la relación social, económica y política de la relación bilateral que se está profundizando entre los gobiernos de los presidentes Castro y Chávez.

Más de 17,000 médicos cubanos, además de miles de maestros alfabetizadores, entrenadores de deportes y asesores de seguridad, están operando en Venezuela, en lo que constituye el mayor despliegue de profesionales cubanos desde la expedición a Angola, en la década de los 70.

Para los opositores más paranoicos del señor Chávez, esas actividades constituyen una evidencia alarmante de que el populista-militarista tiende a imponer el proyecto revolucionario comunista cubano a la Venezuela democrática.

En contraste con la insurgencia respaldada por Cuba, que fue aplastada en los años sesenta, las tropas aerotranportadas de cubanos son recibidas con alfombra roja cuando desembarcan en el aeropuerto internacional de Caracas, por la salida presidencial.

La profundidad de la relación es evidente. Al embajador de Cuba en Caracas, Germán Sánchez Otero, otros diplomáticos le llaman “el vicepresidente”, debido a su activismo político. Mientras tanto, el enviado de Venezuela en La Habana es Adán Chávez, el hermano mayor del presidente y su influencia política más temprana.

El asesoramiento organizativo de Cuba tiene también el crédito de haber ayudado al señor Chávez a la victoria en el referendo sobre su mandato en agosto pasado.

Un elemento central de la relación bilateral es el suministro de petróleo de Venezuela a Cuba. Bajo el acuerdo, la isla caribeña recibe oficialmente no menos de 53,000 barriles al día de productos que tienen financiamiento hasta de 25%, a pagar en 15 años al 2% de interés, después de un periodo de dos años de gracia. 

Los observadores dicen que la importancia del acuerdo petrolero para Cuba no se puede subestimar. “Si Castro no tuviera el petróleo de Venezuela, la situación aquí sería catastrófica”, dice un diplomático europeo en La Habana.

La deuda petrolera de Cuba es ahora de más de US$1 millardo, pero el señor Chávez dijo recientemente que el tratamiento médico gratuito que Cuba le ha aportado a millones de venezolanos tiene el mismo valor, lo que sugiere que quizás la deuda no se cobrará jamás.

Los especialistas dicen que la relación de apoyo económico de Venezuela todavía no es tan importante para Cuba como fue la de la Unión Soviética durante la guerra fría.

“Decir que Venezuela ha sustituído a la Unión Soviética implicaría algún tipo de patronazgo político que no es ni siquiera tan extensivo como el que tenían los cubanos en la era soviética”, expresa Julia Sweig, miembro de Consejo de Relaciones Exteriores. “El suministro de petróleo de Venezuela es una póliza de seguros para Cuba; le permite mantener la cabeza fuera del agua. Todavía tienen serios problemas de energía en la isla”.

Dicho esto, algunos expertos de la industria han expresado que el gobierno cubano, con escasas divisas, pudiera estar “revendiendo” parte del petróleo en los mercados internacionales para obtener alguna ganancia.

Sin embargo, aparte del petróleo barato, para el líder comunista cubano de 78 años, el señor Chávez, de Venezuela, constituye el agente político de izquierda más promisorio para los cambios en América Latina.

Hoy, los señores Castro y Chávez intercambian montañas de elogios entre sí y expresan en sus discursos criterios anti-norteamerianos y anti-neoliberales misteriosamente similares, en la medida que sus países se imbrican cada vez más políticamente.

 “Castro está tan obsesionado con Venezuela como lo estuvo con Angola”, dice un profesor cubano que soportó un discurso de 10 horas del señor Castro en la graduación de estudiantes venezolanos de “trabajo social” en La Habana. “Lo vio [a Angola] como la clave para poner fin al apartheid [en Africa del Sur] y ve a Venezuela como la clave en la integración latinoamericana y la ruptura del poder de EEUU en la región”. Se dice que reiteradamente el señor Castro le dijo a los estudiantes venezolanos que como la revolución violenta no es una opción, su país es la única esperanza democrática y pacífica de un cambio importante en la región. 

Sin embargo, después de casi seis años en el cargo, el desarrollo social durante al mandato de Chávez se le puede atribuir más a los esfuerzos disciplinados de los cubanos, que de los venezolanos. Molesto por la falta de respaldo “revolucionario” interno al ejercicio de construir un país con la inspiración cubana, el señor Chávez regañó recientemente a sus seguidores por no acoger el llamado a sumarse a las filas de los cubanos que operan en Venezuela.

La influencia de cooperación bilateral entre ambos países se está haciendo sentir en el Caribe. La ayuda de emergencia venezolana a las áreas recientemente devastadas por los huracanes en Haití, Jamaica y Granada, se despacha y coordina por el ejército venezolano a través de Cuba. (Trad. IPC)

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