¡Venga níspero!

¡Venga níspero!

POR  DOMINGO ABRÉU COLLADO 
Los estamos viendo más en San Pedro de Macorís que en otros sitios, aunque Milton Martínez nos sorprendió el año pasado con uno del tamaño de una naranja y más dulce que los hasta ahora conocidos. Milton Martínez es un especialista en cultivos de montaña, y sabe dónde se dan los más grandes y dulces.

Ahí, antes de cruzar el río Soco, en la misma carretera, que lleva hacia La Romana, se pueden ver por cientos… en fundas, no en las matas; maduros unos, nuevos otros; dulces unos, insípidos otros. Hay que fajarse con los vendedores para poder sacarles los más dulces. Y es que si se tumban antes de tiempo no llegan a endulzar la pulpa.

Claro, el problema es que si se dejan madurar en la mata los murciélagos hacen fiesta con ellos y ¡adiós nísperos!. El olor los atrae tremendamente. Un olor muy parecido al tufo del que ha bebido ron del bueno, por lo que algunos aprovechan la temporada de nísperos para tener algunos en el carro y justificar el tufo.

Al níspero (Manílkara zapota), además de su sabrosura, se le atribuyen propiedades curativas, principalmente contra la diarrea y contra la disentería, para lo que se usa su corteza cocida y macerada y puesta en agua para tomar como agua cotidiana. También sirve para bajar la fiebre.

Las semillas (6 ó 7), molidas y revueltas en agua de azúcar, son buenas como diurético, pero no deben tomarse más de ahí porque resultan eméticas, es decir, inducen al vómito. Sus hojas, por otro lado, tomadas en infusión, sirven para regularizar la presión alta.

Históricamente está asociado en México con la fabricación de chicle a partir de su resina, bastante gomosa; y en la República Dominicana está asociado con la aparición de la virgen de Las Mercedes en el Santo Cerro, sobre un níspero del cuya madera fue hecha la famosa Cruz del Santo Cerro.

Un “caliso” en el camino…

Autopista de las buganvillas…

… o de las Trinitarias, que son lo mismo, porque si las vamos a tener a todo lo largo de esta parte de la carretera Juan Dolio-San Pedro, mejor que le llamemos «Autopista de las Buganvillas», o «Bulevar de las Buganvillas», que no estaría mal, mucho menos que mal, estaría bastante bien que todas nuestras carreteras estuvieran llenas de flores, en el centro y en los lados.

Y no solamente de buganvillas, sino de muchas otras flores que pueden crecer sin demasiado cuidado, tan espontáneamente como estas trinitarias.

Antes abundaban las «Sangre de Cristo», también conocidas como cayenas, que al igual que las buganvillas aparecen de variados colores: rojas, rosadas, amarillas, blancas… Creo que también pueden ser utilizadas para ornamentar nuestras carreteras.

Y qué no decir del piñón cubano, que en algunos sitios forma palizadas vivas y túneles. Y cuando florecen, los túneles parecen como el camino al cielo. ¡Vaya! que no está demás localizar algunos túneles de piñón cubano florecido para ir practicando, para cuando nos toque.

En fin, que en vez de estar tratando de buscar gente para que le sonría al turista mejor buscamos buganvillas, cayenas y piñón cubano para que se encarguen de esa tarea. Total, que algunas veces lo que uno quiere enseñarle al turista es un colmillo, por la rabia que da el que tanto turismo, y turismo, y turismo, y seguimos en la misma vaina pobre y con futuro de yolas.

¿E’que ’tamo pa’trá?

La respuesta, la explicación, se le debe a la parte de la población dominicana que insiste en avanzar en todos los niveles. Pero hay otra pregunta: ¿son tan incapaces los publicistas como para no encontrar formas de avanzada para motivar al consumo sin agredir el idioma?

La preocupación nos llega por este lado. Todos los niños y niñas del mundo ejercitan el aprendizaje de la lectura leyendo todo lo que ven escrito, principalmente en las calles. Vidrieras, letreros, anuncios, pancartas, señales de tránsito, advertencias y todo lo escrito, principalmente en formas llamativas, son pasto de la voracidad de los niños en esos meses descubriendo la lectura.

Pero además de aprender a leer, la lectura les enseña a escribir y hablar, y todo lo que ven escrito así, en todos esos sitios luminosos principalmente, los dan por correctamente escritos y se les quedan fijos en el cerebro. De manera que así lo escribirán porque así lo vieron y así les impresionaron. Los niños no dudan, los niños creen. Dos cosas en esta publicidad de la foto. Primero, el «tamo» horroroso y confundidor que sustituye al «estamos», que es la palabra correctamente escrita. Segundo, el «brahmabiembre» que (por falta de creatividad) sustituye a otro barbarismo: «bebiembre», una asociación de dos palabras: beber y diciembre, bajo una sola idea, que el mes de diciembre es para beber.

Este concepto que celebra y asocia al mes de diciembre con la bebida no puede ser peor motivación. No tan sólo en relación con la Navidad y su concepto de recogimiento, paz y familiaridad. Sino que se convierte además en un elemento que insiste en fijar en el imaginario popular una supuesta tradición definitivamente desviada y perversa. Insiste en pasar como normal y tradicional que diciembre sea una época para dedicarla a la bebida y al despilfarro.

Nuestros niños no pueden seguir expuestos a estas muestras de incapacidad profesional para la publicidad. Pero tampoco deben seguir expuestos a la distorsión de las tradiciones, porque sabemos que con el tiempo estas distorsiones sustituyen a las tradiciones reales, reforzando en ellos conductas que supuestamente nuestra sociedad tiene que evitar. Cosas como las que aparecen en la foto son como semillas de malezas dispersas en tierra fértil.

Creemos que se hace necesaria la intervención de las autoridades relacionadas con la cultura y la salud mental para evitar este tipo de publicidad, que ya prolifera en muchas marcas, dándole paso a la mediocridad por barata y desechando buenas ideas que sí pueden contribuir al crecimiento cultural de la población.

El concepto nacional de libertad de expresión no puede incluir la permisividad de la agresión al idioma, y mucho menos la distorsión de creencias que son parte de la cultura dominicana, creencias que han evitado nuestra deformación, pero que ahora se debilitan ante las presiones contraculturales.

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