Iniciado el Siglo XX, en 1907, nació el Club Atlético Licey. Al fundarlo, sus directivos pensaron en azul. Escogieron como símbolo de combate el hermoso y temible Tigre de Bengala; un nombre apropiado inspirado en un río rumoroso que, en sus crecidas, se llevaba de encuentro a todo que se le interpusiera; y una enseña, color del cielo, profundo y sereno, para evitar que la fiereza del tigre o la violencia de las aguas desbordades en cualquier momento obnubilaran sus mentes. Ergo, se dieron unos estatutos -todavía vigentes- que donde confiaban todo el poder de decisión, dirección y control, no a una sola persona, sino a un cuerpo colegiado: la Junta Directiva, responsable ante la Asamblea de Socios de su gestión, de sus triunfos y sus fracasos. El Presidente del Club es solo su representante. Como ejecutivo, no toma decisiones aisladas, sino con la aprobación de la Junta, que por lo general le brinda su apoyo.
Por eso, con olor a primavera, respirando aire puro y renovador, rindo tributo a sus dirigentes históricos: Charles Dore, Geo Pou, José Fernández, Ignacio Guerra, Tancredo Aybar, Johnny Naranjo, Miguel Hedded, Monchín Pichardo A su integridad personal, su capacidad gerencial, su probidad y la entrega de esos mentores que muchas veces lindaba en sacrificio para complacer a la grey liceísta, la más exigente, entusiasta y leal de toda la fanaticada beisbolera.
Por eso digo y afirmo en estos cruciales momentos donde asoman en el parnaso oscuros nubarrones, que no es justo, ni elegante, ni ético que la actual directiva quiera sacrificar a su Presidente, Don Pepe Justo, como chivo expiatorio, valiendo como excusa los dos últimos fracaso de los felinos; pretendiendo evadir la grave responsabilidad que les cabe como directivos del Club para perpetuarse. No niego sus merecimientos y aspiraciones. Pero se le ha faltado a la hidalguía de sus ancestros y que no pueden ignorar, ni desconocer urgidos ante el llamado a la unidad, y el respeto por las tradiciones.
Nada mas divorciado con la hidalguía que pretender excluir a quien bajo sus luces y liderato se logró sanar la economía y fortalecer las finanzas que permitió reeditar las viejas glorias de los bengaleses, que miles de voces corean en los pasillos y avenidas de Quisqueya y del Caribe: ¡Licey Campeón! .
Volver al Macuto de Maricusa y la Sirena Azul de Israel, olvidarse de los helicópteros y el tongoneo lujurioso de las colombianas y de primeras bolas no ganadas en el Play. Rescatar nuestros valores de recordación. El coraje de Pindú Miranda, Pedro Miguel Caratini, Mariscal Lantigua, Guayubín Olivo, Manolete Cáceres, Chelito Suárez, Manny Mota, Pedro González, Cesarín Gerónimo Cabeza Fernández, Dámaso García De Juanita Morel y Ahí vienen los tanques. En estos cruciales momentos debe reinar la paz.
Es tiempo de pensar en Azul. De reflexionar. De integrar una nueva directiva que conjugue sangre nueva, renovadora, con las ganadas experiencias para garantizar la dinámica del Club y el equilibro democrático necesario para la libre discusión y el manejo de los asuntos internos. De pensar en futuro sin renegar la hidalguía de los viejos tiempos.