Algunos periódicos resaltaron ayer la escasa  presencia de funcionarios del Gobierno en los actos religiosos con los que celebró el Día de la Virgen de las Mercedes, pero esa falta de devoción no es de extrañar en gente que está disfrutando a plenitud de los goces terrenales que prodiga el poder. También es posible que se hayan enterado por anticipado, esos funcionarios,   del tono y  contenido de los sermones de los sacerdotes, que desde el púlpito arremetieron contra los políticos  corruptos, el clientelismo y el alto costo de las campañas electorales,  mientras al pueblo más pobre y vulnerable le faltan empleos, salud y educación. A la andanada de los sacerdotes del Templo Patronal de la Virgen de las Mercedes, en la Ciudad Colonial, y  la parroquia Paz y Bien, en el ensanche Ozama, no se les salvó ni el presidente Danilo Medina, a quien criticaron por donde más le duele: sus visitas sorpresa. “Tenemos un Presidente que tiene tres años calle arriba y calle abajo en los pueblos, en los campos, y los plátanos cada día más caros, y la yuca cada día más cara”. Tampoco pasaron por alto el tema que más preocupa, hoy por hoy,  la sociedad dominicana, la inseguridad, al deplorar que la gente viva “como los monos” tras las rejas de sus casas por temor a los ataques de los delincuentes. Ni la falta de puestos de trabajo, sobre todo para los jóvenes que luego de conseguir su título no consiguen empleo para trabajar, ni  las críticas al “fracaso” del sistema de seguridad social por culpa de “políticos que solo están pensando en cuatro años más y la sociedad que se joda”. Alguna bien pagada bocina dirá que de los capuchinos, a los que estuvo muy ligado el doctor José Francisco Peña Gómez, no se podía esperar otra cosa, pero solo porque es más fácil (y más rentable) descalificar a esos religiosos y sus críticas que reconocer que solo han dicho unas cuantas verdades que simplemente desmienten que vivamos en el paraíso tropical que nos pintan los funcionarios.