Para muchos la palabra bótox es sinónimo de un rostro terso y sin arrugas que trata de frenar la apariencia del paso de los años.
Su popularidad ha alcanzado niveles épicos, y parece aumentar con el tiempo. De hecho, entre los procedimientos cosméticos no quirúrgicos es el líder, con más de 6 millones de intervenciones, solo en 2014, según estadísticas de la Sociedad Americana de Cirugía Plástica Estética (American Society of Plastic Durgeon).
Lo que no es tan conocido es el origen de este revolucionario medicamento y otras de sus aplicaciones, que van más allá del campo de la estética.
¿Qué es el bótox? El bótox o toxina botulínica tipo A es una neurotoxina producida por una peligrosa bacteria llamada Clostridium botulinium, causante del botulismo, una enfermedad que produce parálisis muscular y que podría llevar a la muerte, al afectar el aparato respiratorio.
Sin embargo, el uso de la toxina botulínica en el ámbito estético es seguro. La cosmiatra Janet Deschamps, de la clínica de cirugía plástica Dres. Lima Mejía, explica que aunque efectivamente la toxina botulínica es uno de los venenos más poderosos que existen, no implica riesgo alguno para el paciente si se aplica de la forma adecuada.
Ahora bien, ¿cómo funciona? El bótox evita o relaja la movilidad muscular de los músculos de la cara.
Lo que hace esta toxina es bloquear la liberación de un neurotransmisor conocido como acetilcolina, que interviene en las contracciones musculares.
En el rostro este tipo de contracciones producen con el tiempo las “arrugas dinámicas” o de expresión que se forman por los gestos y movilidad de los músculos de la cara y son las que el bótox puede corregir por un período de tiempo específico y que se distinguen de las arrugas estáticas, aquellas que se forman por la pérdida de elasticidad y que son tratadas con otros tipos de tratamiento estético. Es por ello que el bótox tiene un efecto parcial, en en el sentido de que no tiene una acción real en las arrugas estáticas, y temporal, ya que su sus resultados tienen un límite de tiempo.
Deschamps explica que el bótox se utiliza mayormente “en los músculos frontales y los de los ojos- los llamados “patas de gallo” y que la edad promedio en la que se está iniciando su aplicación es 30 años, en su mayoría mujeres, “aunque aparecen casos de adolescentes que nacen con la frente arrugada y comienzan a darse tratamiento. Tengo pacientes que empezaron desde los 17 años”, afirma.
Otros usos del bótox. El bótox no solo se utiliza como una herramienta de la estética. Lo cierto es que su inventor, el doctor Allan Scott buscaba una cura para el estrabismo cuando lo descubrió en la década de 1980.
También se emplea para corregir problemas dentales como el bruxismo o para eliminar la hiperhidrosis: “Como frena el músculo también se utiliza en casos de persona que tienen sudoración excesiva para frenar esa glándula que produce el sudor. No es muy común pero se usa”, expresa Deschamps. En este caso puede ser aplicado tanto en las áxilas como en las manos.
Peligros y contraindicaciones. Aunque como ya hemos dicho es un procedimiento seguro, esto dependerá “ de la calidad del botox y de la forma que se aplique”, sostiene la cosmiatra.
“Uno tiene que orientar al paciente, de que debe estar en las manos indicadas y llevar el reposo necesario. Al tratamiento del bótox le llaman el tratamiento de oficina, que solamente tú vas donde tu médico, tu dermatólogo, tu cosmiatra que te lo aplica y te puedes ir para tu casa”, afirma Deschamps. No obstante, explica, existe un reposo que el paciente debe llevar, de unas cuatro horas. “No puedes bajar la cabeza para que los párpados no se caigan y se produzca una reacción inversa a lo que estamos buscando, porque si bajamos la cabeza acabándonos de aplicar la toxina puede que el músculo se paralice, pero no en la forma que se quiere”, señala.
Por otro lado, el uso del bótox en los labios es incorrecto: “El bótox en los labios puede frisar su expresión. Está el ácido hialurónico como regenerador celular, como relleno, como implante…pero no soy partidaria del bótox en los labios”, aclara Deschamps.
El bótox puede causar dolores de cabeza en algunos pacientes o leves reacciones alérgicas pero los casos son mínimos. Tampoco está autorizado su uso en pacientes embarazadas o en etapa de lactancia.
La toxina butolínica no es de efecto instantáneo: toma alrededor de 48 horas o más para que se note el cambio y tiene una duración de 4 a 8 meses.
“Crea una adicción definitivamente”, opina Deschamps, “pero no es una adicción tóxica”.
El tratamiento ronda los 300 dólares y algunas de las marcas más utilizadas son Botox de Allergan o Dysport.