El mejor indicador de crisis en un país es cuando las cifras comienzan a ser manipuladas por los gobiernos y donde cada funcionario del área económica da una versión diferente del comportamiento de los principales indicadores macro-económicos.
Veamos estos casos. Uno de ellos dijo hace un par de semanas que el 2008 cerrará con un déficit fiscal de 13% y otro dijo después que ese déficit sería de 20 mil millones. Ambas cifras mienten, porque la única verdad es que el déficit del Gobierno Central de este año estará en alrededor de 40 mil millones. Si lo extendemos al sector público consolidado no financiero, éste se dispara al doble y con el financiero casi al triple.
Igual pasa con la inflación. Unos dicen que estará en 13%, otro en 17% y algunos mentirosos extremos la cifran por debajo de 10%. La única verdad es que la inflación de este año, libre de manipulaciones estadísticas, estará cerca del 20%.
Con el crecimiento se raya en lo ridículo. Se habla de un 7.5% en el primer semestre, pero no se dice que eso se debió a los gastos excesivos del Gobierno durante la pasada campaña electoral, causando déficit e inflación. A partir de junio el crecimiento se ha desplomado y para todo el año apenas llegará al 5%. ¿Y por qué se insiste en ese crecimiento con pies de barro cuando hay déficit por todas partes, las exportaciones se deterioran y los sectores más dinámicos están en crisis? Simplemente, porque es de lo poco que queda para proyectar confianza. El déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos es otro ejemplo de distorsión y mentiras. Las autoridades la cifran en unos US$4 mil millones cuando ya a mediados de este año estaba en US$2.8 mil millones. O sea, que a diciembre será un 40% más alta (US$5.5 mil millones), siempre que el petróleo no vuelva a subir sobre US$110 el barril.
Pero nada se dice del déficit cuasifiscal, que este año se duplicará respecto al 2007 (unos 30 mil millones de pesos). Tampoco de las restricciones impuestas a la banca comercial, la cual tiene ahora que computar su encaje de acuerdo a sus depósitos diarios y depositar el 2% en el Banco Central, todo lo cual tiene un alto costo financiero que puede borrar gran parte de las ganancias proyectadas para el 2008.
En cuanto a la tasa de cambio, el Banco Central desgasta sus reservas para represar la devaluación y asume pérdidas cambiarias para canalizar dólares por debajo de la tasa del mercado para importar petróleo y derivados. ¿Y qué hace el Gobierno ante este sombrío panorama económico? Sigue nombrando más gente en el tren administrativo. Sigue gastando en lujos y prebendas. Y sigue fomentando el desorden institucional, lo que corroe a todos los estamentos del Estado.
¿Desaparecieron las voces que hagan reflexionar a estas autoridades?