Vergüenza

<p>Vergüenza</p>

La política de salud del Gobierno ha presentado su peor credencial al dejar    a los hospitales sin subvención durante dos meses consecutivos.

Y el peor argumento para tratar de justificar tan grave falla es el de atribuir el percance a los cambios de procedimientos administrativos derivados de la creación de una Secretaría de Hacienda.

No es el primer traspié de la política de salud del Gobierno. Los ha tenido desde mucho antes de crear una Secretaría de Hacienda y modificar los procedimientos para librar las subvenciones.

Algunos hospitales, como el Salvador Gautier, por ejemplo, han tenido que suspender procedimientos de diagnóstico porque falta un aparato que cuesta dos mil dólares.

Otros tienen problemas porque la remodelación o reparación de la infraestructura ha tardado más de lo razonable y prudente.

El secretario de Salud Pública, doctor Bautista Rojas Gómez, dice que es una vergüenza que haya índices tan altos de mortalidad materno infantil y eso dice claramente que la gravedad de los problemas de la política de salud no provienen del hecho de que los hospitales hayan pasado dos meses sin recibir subvenciones.

Los fondos de la administración pública, incluyendo subvenciones para los centros asistenciales, están consignados en el Presupuesto y no se tiene noticia de que otras instancias hayan pasado dos meses sin cobrarlos.

Con el Metro no se pasa ese tipo de vergüenza.

Preocupación

La Conferencia del Episcopado Dominicano ha expresado su preocupación por el alto número de policías, ex militares, oficiales superiores y clases que se ven involucrados en delitos y crímenes.

Se trata de una preocupación compartida por muchos sectores de nuestra sociedad, entre los cuales hay que incluir los altos mandos de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional.

Es difícil que policías y militares sean inmunes a la descomposición social que predomina en el país y a las tentaciones pecuniarias que promueve el narcotráfico.

Pero hay que considerar también que los altos mandos militar y policial cada vez más divulgan informaciones sobre hechos criminosos en que hay involucrada gente de uniforme, lo que parece corresponderse con un necesario interés profiláctico que, a juzgar por estas preocupaciones, debe afinar más su cedazo.

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