Recientemente leí una noticia en el vespertino El Nacional, basada en un trascendido, que daba cuenta del despojo de la visa norteamericana a 52 funcionarios del presente gobierno del PPH.
(Qué vergüenza! )Quién iba a pensar que en un gobierno surgido del Partido Revolucionario Dominicano se produciría un escándalo de esta naturaleza, dejando, de paso, muy mal parada la propia imagen del país en el exterior? Sencillamente vergonzoso.
Pero las cosas que han salido a relucir hasta el momento «son paja de coco» (como dirían allá en el campo) con relación a los posibles escándalos de corrupción administrativa que saldrían a luz pública a partir del 16 de agosto, fecha en que se produciría el cambio de mando en la conducción del Estado. Caerían muchos santos, según me cuentan.
Posiblemente ante esa eventual realidad es que muchos funcionarios del gobierno del PPH se están adelantando, denunciando supuestas persecuciones políticas, cuando la verdad es que hasta el momento la cúpula peledeísta, empezando por el presidente electo, el doctor Leonel Fernández (y con esto no pretendo hacerme el gracioso) se ha manejado con mucha prudencia. Y no se tiene la primera noticia de que algún dirigente importante del partido morado haya dicho que perseguirían la corrupción del gobierno del presidente Mejía.
No se explica, pues, que prominentes pepehachistas estén hablando de «paz o guerra», mientras otros dicen que «el PRD (y yo le aclaro que el PPH) no se quedaría de brazos cruzados» ante posibles persecuciones políticas, que, en definitiva, no habría tal, porque son evidentes los actos dolosos cometidos contra el Estado y en desmedro del contribuyente.
Se trata de bravuconería que en el fondo lo que expresa es suspicacia. Y se hace en un momento donde todavía no se ha producido la primera denuncia o querella formal en contra de ningún miembro de la cúpula del PPH, actitud que sólo se justifica en personas con «delirio de persecución», que es una patología psicológica tratable, siempre y cuando el paciente acuda a tiempo al facultativo, entiéndase al profesional de la conducta.
Naturalmente, se trata de gente con muchos años de vida pública (en algunos casos) y nadie le puede atribuir problemas mentales, por lo que el motivo de sus actitudes descansa en el desastroso gobierno realizado, en los daños ocasionados al erario y las penalizaciones que establecen las leyes dominicanas contra los delitos cometidos.
Se trata de actos delictuosos que deben de estar conmoviendo al doctor Peña Gómez, donde quiera que se encuentre, cometidos por personas que han traicionado su memoria y han tirado al piso los principios filosóficos y morales que históricamente ha enarbolado el Partido Revolucionario Dominicano.
En principio la división del PRD no dejó de ser preocupante, pero con el paso de los días han salido a relucir muchos actos de corrupción cometidos por el PPH gobernante, y ahora posiblemente lo que más conviene es la separación definitiva, porque todos los miembros de la organización no pueden aparecer como culpables (en el menor de los casos como cómplices) de actos de prevaricación y una dilapidación multimillonaria de la que sólo sería responsable el grupo gobernante.
El presidente del PRD, el licenciado Hatuey de Camps, de forma generosa ha dicho que no sancionaría a ningún dirigente perredeísta. Pero muchos se estarían preguntando )Cuál sería la actitud de la organización ante aquellos dirigentes del PPH que los tribunales dominicanos encuentren culpables de la comisión de actos dolosos en sus pasos por las cosas públicas? Evidentemente, pienso yo, que lo que procede en ese caso es el sometimiento a un juicio disciplinario y expulsarlos de manera definitiva, como forma de profilaxis.
El PRD jamás podrá guardar silencio y mucho menos pasar como cómplice de actos que riñan con la moral y las buenas costumbres de la sociedad, la que estará en todo momento exigiendo justicia en contra de aquellos antiguos funcionarios del PPH que hayan sustraído recursos públicos. Siempre se ha dicho que el buen ejemplo empieza por la casa.
Inclusive llegó la hora de la desautorización de personas que pretenden coger al PRD como instrumento de defensa de individuos que lucen como potenciales candidatos a procesamientos judiciales. Sólo podrían defenderse ((por Dios!) a aquellos dirigentes que muestren su inocencia ante eventuales imputaciones de hechos delictuosos. En esos casos debía de expresarse la solidaridad de la institución política.
Lo que no puede encontrar eco alguno en el partido es el comportamiento arrogante y prepotente de personas que, pese a que la población le rechazó de forma abrumadora en la pasada contienda electoral, ahora se dan a la tarea de exhibir bravuconerías y actitudes desafiantes que lo que hacen es evidenciar sospechas, por aquello de que nadie los está mencionando.
Con el despojo de visas de los Estados Unidos a tantos funcionarios gubernamentales, los escándalos de repartimiento de tierra del Estado y los grandes actos dolosos que se le atribuyen a la presente gestión hay quienes ya empiezan a especular sobre la posibilidad de rompimiento de todos los récords en materia de irregularidades cometidas en un período de cuatro años.
Es un balance muy grande. Y hay mucha gente sospechosa, que se adelanta a los acontecimientos con bravuconería. La situación es vergonzosa.