“¡Vergüenza contra dinero!” (2)

“¡Vergüenza contra dinero!” (2)

El gobierno del profesor Juan Bosch y de su partido (PRD) duró apenas 7 meses, mereciendo el mote de “sietemesino.” La democracia, tantas veces anhelada, fue fulminada por el funesto golpe de Estado cívico–militar, llevado a cabo el 25 de septiembre del 1963, siendo concebido y planeado con antelación por un rancio sector oligárquico, la alta jerarquía católica, políticos frustrados contando con el apoyo del Pentágono durante el gobierno presidido por Lyndon B. Johnson tras el asesinato del presidente John F. Kennedy, en cuyas mentalidades no cabía entender que “la finalidad de una revolución, (que la hace el pueblo, no los votos) no es destruir; sino convertir un sistema económico y social por otro más justo.”
El golpe de Estado del 63 fue la gran tragedia nacional, luego del derrocamiento de la dictadura trujillista, que le privó a la nación y al pueblo dominicano de un gobierno democrático encabezada por un presidente honesto, justo, incorruptible, amante de su patria, consciente de sus deberes y obligaciones que asumió con integridad ante el pueblo en el acto de juramentación con estas palabras: “Un gobernante democrático debe tener oídos abiertos para oír la verdad, ojos activos para ver lo mal hecho antes de que se realice, mente vigilante para que nunca ponga en peligro la libertad de cada ciudadano y un corazón libre de odios, dedicado día y noche al servicio del pueblo.”
Obligado a abandonar el Palacio Nacional para evitar una lucha fratricida, que habría de venir, lo hace con la frente en alto, con aleccionador discurso, no de despedida, que deja en manos de su sobrina Dra. Milagros Ortiz Bosch dirigido al pueblo dominicano, poniendo al descubierto “su dimensión ética y humanista.” “Ni vivos ni muertos, ni en el poder ni en la calle, se logrará de nosotros que cambiemos nuestra conducta…. En siete meses de gobierno, no hemos derramado ni una gota de sangre, ni hemos ordenado una tortura, ni hemos aceptado que un centavo del pueblo fuera a parar a manos de ladrones.”
Y así fue. Una vez informado de que un asistente personal había cometido un acto contrario a sus funciones, no importando que fuera un amigo fraterno no le tembló el pulso, para destituirlo y someterlo a la justicia. Lo había preavisado: “Queremos advertirle al país que el Presidente de la República no tiene amigos ni enemigos, arientes ni parientes. Así, pues, si algún amigo nuestro, algún miembro dirigente destacado o no del parido que ganó las elecciones comete un delito grande o pequeño que sepa que va a tener que enfrentarse con los tribunales.”

Siendo la justicia y el honor la más preciada virtud del gobernante ¿cómo permitir abusos y desafueros? ¿Cómo es posible vivir en la mentira y gobernar volviéndole la espalda a la justicia, al crimen y a la perfidia?

La destitución de Bosch provocó el nombramiento provisional de un Triunvirato que, presidido paradójicamente por el mismo personaje que presidia la JCE que proclamó el triunfo arrollador del PRD en el reciente certamen electoral, viéndose precisado a renunciar luego del criminal fusilamiento de Manolo Tavares y los muchachos del 14 de junio, sublevados contra el fatídico golpe de Estado, y sustituido un duunvirato perverso y corrupto que provocó con pésima actuación, la heroica epopeya del pueblo unido a los militares constitucionalistas lanzados a las calles el 24 de Abril Eterno para restaurar la democracia, la Constitución del 1963 y la vuelta del profesor Juan Bosch a la presidencia, malograda esta vez por grosera intervención militar de los Estados Unidos y sus aliados, criollos y lacayos de dictaduras militares (Brasil, Nicaragua, Honduras, Paraguay) representantes cómplices de la inefable OEA.

El panorama político próximo a las elecciones presidenciales y congresuales, no es nada alentador. Infectada, además, por el covid 19, que no deja de fungir como aliado de una campaña voraz sostenida con dinero mal habido donde abunda la corrupción y faltan los valores éticos y morales que la contengan en una lucha desigual.

El desenlace no lo sabemos, mas robándole con su dispensa a Bosch su pensamiento político y sus caros ideales negados, de hecho, por su partido, debemos asirnos si en verdad deseamos un cambio profundo, a la moral y a la ética revolucionaria que él se ciñera con en su no claudicable consigna: “Vergüenza contra dinero.”

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