La advertencia sobre los riesgos que se corren al venir al país, hecha por varias naciones amigas a sus nativos que planeen  visitarnos,  debiera llenarnos de vergüenza  porque los motivos que señalan en sus observaciones, son reales y afectan no solo a los turistas, sino a todos los dominicanos.

 En otros tiempos, esas advertencias hubieran sido tomadas como ofensivas a la nación, mal intencionadas y dirigidas a afectar nuestra industria turística, pero la realidad de lo planteado es tan contundente que solo nos queda admitirlo y ver junto a las autoridades qué se puede hacer. Es cierto, como señalan Estados Unidos, Reino Unido,  Australia, Canadá y Nueva Zelanda, que la delincuencia en nuestro país es tan grande que ha alcanzado a los centros turísticos, lugares que por su misma naturaleza debieran ser más eficientes en sus sistemas de seguridad.

La rápida reacción del Ministerio de Turismo y de la ASONAHORES calificando de rutinarias las advertencias y catalogando al país como uno de los destinos turísticos más seguros del Caribe y del mundo se entiende en función de minimizar el hecho a nivel internacional. Pero la realidad es que las autoridades deben tomar medidas urgentes que garanticen, por lo menos, la seguridad de quienes nos visitan, fortaleciendo las entidades que tienen que ver con el turismo, como la POLITUR y el Cuerpo Especializado de Seguridad Aeroportuaria (CESA).

Debe intensificarse la campaña de concienciación sobre la importancia del turismo y la necesidad de tratar bien a los turistas para que continúen visitándonos y recomendando nuestro país como un atractivo destino, lo que favorece la economía nacional y mejora nuestra deteriorada imagen internacional.