POR EUSEBIO RIVERA Y ALMODOVAR
La maternidad «Nuestra Señora de la Altagracia» tiene un patronato que colabora en la solución de múltiples problemas, con una tradición de servicio incuestionable pero con limitaciones en su capacidad resolutiva dado el carácter nacional y de hospital de tercer nivel que tiene la institución absorbiendo cuantiosos recursos mientras ofrece un extraordinario volumen de servicio.
Baste decir que en ella se producen por año aproximadamente 25,000 nacimiento, unas 2,500 cesáreas, más de 1500 cirugías gineconcológicas y se ofrecen más de 250,000 consultas especializadas y subespecializadas anuales.
Por vía de ese Patronato cualquier institución pública o privada puede hacer aportes para una o varias de las necesidades del hospital; sin embargo, nuestro criterio, aún valorando la gran utilidad del Patronato, es que un centro hospitalario de esta categoría no puede depender de la caridad pública para funcionar. No puede subsistir a través de operativos de recolección de fondos o telemaratones ya que son ingresos ocasionales dependientes de una solidaridad y sensibilidad colectiva que es variable y no permanente como si lo es la demanda de servicios. Por lo tanto, el Estado, a través de su organismo rector del sector salud, debe asumir la responsabilidad y cubrir las necesidades básicas de la Maternidad, tal como lo prevé la Constitución.
Cuando asumimos la responsabilidad de denunciar que los apagones habían hecho que la crisis de este hospital tocara fondo, reseñamos un hecho insólito que fue la necesidad de los médicos de auxiliarse con la luz de sus celulares para terminar los partos, pero no mencionamos ese detalle en los casos de cesáreas porque nos pareció que algunos colegas lo mencionaban como complemento jocoso a la otra realidad; sin embargo, otro personal de salud que estaba presente nos confirmó que fue cierto el hecho y que se hizo algo así como «un círculo luminoso de celulares alrededor de un vientre de una madre» que se estaba operando y así se completó el cierre de la pared abdominal.
Hace varios días, en una reunión familiar, relaté el hecho anterior y mi hijo asombrado y revestido de su característico humor negro dijo: ¡Ah, entonces al niño deben haberle puesto de nombre Verizon! Reímos todos…por no llorar.
Verizon es una compañía multinacional con cuantiosos recursos, de los cuales destina a propaganda y/o promoción importantes sumas de dinero. Se nos ocurrió que, ciertamente, a través del Patronato podrían donar a la Maternidad un sistema de iluminación de emergencia para las áreas críticas y, así como lo hizo Edesur (la española) en su oportunidad, cuando remodeló una sala y nos reparó el ascensor, apadrinar una sola de hospitalización para hacerla confortable a las humildes madres dominicanas.
Así Brugal, Bermúdez, las cervecerías y muchas otras instituciones más podrían aportar a través del Patronato para mejorar las condiciones del hospital.
No bautizamos al niño como Verizon, tal como lo hicieron quienes pusieron «Omsita» a una niña que nació en un autobús de la Omsa, pero podemos bautizar como Verizon a un área del hospital o poner en cada lámpara de emergencia un símbolo de Verizon que diga: Dio a luz con la luz de Verizon. ¡Anímense!