Versatilidad en un desafío nacional

Versatilidad en un desafío nacional

Uno de los varios desafíos de República Dominicana es la imperante necesidad de crear una institucionalidad dentro del Sector Público y en Empresas Descentralizadas, y para que esto sea posible hay que crear capacidades, es decir, capital humano. Nuestra meta al 2020 y hacia adelante debería ser no sólo contar con las instituciones necesarias para poder tener un país sostenible, justo y económicamente viable, sino también con el capital humano y las capacidades necesarias para manejarlo.

En estas últimas semanas, bajo el hecho del incidente ocurrido en el hermano país de Haití, y teniendo en cuenta que somos países tan vulnerables a los desastres naturales, me he ido dando cuenta de la dificultad que existe en la sostenibilidad de los proyectos y programas en marcha. Se han venido financiando por décadas fortalecimientos institucionales y programas de desarrollo en todos los sectores. Se han creado instituciones, ministerios, diferentes mecanismos de ejecución y disímiles esquemas de trabajo. Pero existe un vacío en la creación de capacidades locales que puedan asegurar la sostenibilidad de estos programas y por ende, la constancia y continuidad de los mismos que solo se logran por la estabilidad en la gestión institucional.

En República Dominicana, tanto en el sector público como en el sector privado, podemos ver que existe muchísima capacidad pero muy poca institucionalidad. Entidades claves del Estado siguen siendo financiadas por el PNUD u otras multilaterales. Me pregunto, cómo podemos seguir creciendo de manera sostenible sin ocuparnos de fortalecer desde adentro nuestro Estado, para así fortificar la identidad patria y estimular el sentido de pertenencia nacional de los ciudadanos. No creo en un Estado grande, pesado y lleno de instituciones. Creo un Estado eficiente. Y pienso que el hecho de que el Estado crezca no es necesariamente malo, si crece programadamente y con sentido. Si crece dentro de un proceso de eficiencia e institucionalidad.

La alternativa entre recesión y prosperidad no depende solamente del surgimiento de innovaciones, sino también de la creación de condiciones institucionales adecuadas para su difusión.

En el transcurrir del tiempo las concepciones y enfoques del desarrollo de la sociedad han sido objeto de revisiones, algunas más desafortunadas que otras. Hoy más que nunca, a la luz de las realidades que muestra específicamente en nuestro país el “sector de empresas públicas y descentralizadas”, por los desaciertos en su lectura y manejo, por la dispersión de esfuerzos y recursos, por su escasa auditoría, y por la poca sinergia de la institucionalidad; nos enfrentamos a un tenebroso temor del capital humano frente a los cambios que cada seis meses se avecinan en estas áreas de nuestro país, lo que provoca inestabilidad emocional, incertidumbre, desencanto y más aún versatilidad en su valía nacional.

Nuestro desafío en los próximos años debería ser fortalecer institucionalmente nuestro país: desde afuera, estableciendo objetivos concretos en la planificación de nuestro desarrollo, creando y fortaleciendo las instituciones necesarias para el crecimiento, y desde adentro, creando capital humano y capacidades a la par de estas instituciones para fortalecerlas con su sentido de pertenencia.

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