Vertientes de un mismo problema

Vertientes de un mismo problema

El desbordamiento de los lagos Azuei, en Haití,  y Enriquillo, del lado dominicano, que ha hecho crisis desde hace unos tres años, está provocando problemas socio económicos que requieren urgente atención oficial. El Enriquillo ha anegado las tierras agrícolas y para crianza de ganado, poniendo en dificultades a los habitantes de las comunidades afectadas. Las oficinas de aduanas y migración han quedado bajo las aguas. Paralelamente, los haitianos desplazados por la creciente del  Azuei han optado por  cruzar para el lado dominicano.

 El Gobierno dominicano tiene que acelerar la reubicación de las familias dominicanas desplazadas de sus predios por las aguas del Enriquillo, pero al mismo tiempo tienen que mejorar los controles para contener la inmigración ilegal de los haitianos que huyen de la crecida del Azuei. Se sabe que el Gobierno trabaja para reubicar a los damnificados del Enriquillo, aunque no lo está haciendo con la premura que demandan las circunstancias.

Todo lo que hay en relación con la creciente de estos dos lagos es mera especulación. No hay un diagnóstico científico definitivo. La eventualidad de que los dos lagos se junten se baraja entre las posibilidades partiendo del constante crecimiento de ambos. Mientras tanto, es fundamental que las autoridades dominicanas asuman el control migratorio en esa parte de la frontera.

Hay que verse en ese espejo

 Brasil ha sido escenario de  la peor tragedia de su especie en una década. El incendio que dejó 233 muertos y veintenas de lesionados en una discoteca de Santa María, una ciudad del sur brasileño, es un acontecimiento que nos llena de profunda tristeza, pero que  debe servir de referencia para que las autoridades dominicanas inspeccionen las condiciones de seguridad y  facilidades de evacuación de establecimientos de diversión cerrados y edificios  multinivel.

Es una práctica común que en establecimientos de este tipo haya restricciones de salida para evitar que los clientes se vayan sin pagar. En el caso de la discoteca brasileña “Kiss”, esos controles se extremaron a tal punto que 233 personas murieron por quemaduras, asfixia y otras causas asociadas con el pánico del momento. Que esta experiencia luctuosa  nos sirva como  referencia para tomar previsiones que nunca estarían de más.

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