Vestir despacio para ir deprisa

Vestir despacio para ir deprisa

Querer llenar con rapidez una agenda legislativa afectada por un déficit a causa de la desidia en el calor electoral podría tener efectos contraproducentes. Iría probablemente contra la conveniencia de que las leyes pasen por el filtro que garantice su permanencia como base para la continuidad del Estado. Que no se incurra en aprobar al vapor legislaciones que deben ser fruto de consensos o que han estado inmovilizadas después de darse a plena luz del día alguna terminación conveniente a sus aspectos. Una prisa que podría dar oportunidad para inutilizar mandatos favorecidos por la sociedad o para agregar otros que la opinión pública no haya sopesado, quizás haciendo perecer legítimas aspiraciones de los conglomerados.
Con las leyes se pretende colocar límites a la actuación humana, regulándola para el bien de todos y obligado cumplimiento. Pero si llegan divorciadas de la realidad y contra la comprensión y la garantía de trato justo a quienes tendrán que someterse a ellas, nacerían con legitimidad cuestionada. Se incurriría entonces en una festinación contraria a la democracia. El Congreso puede ser diligente al tiempo que transparente abriendo breves compás de espera para que sus gestiones en ese sentido sean conocidas con alguna anticipación. Dando oportunidad a reacciones de la sociedad antes de las aprobaciones definitivas y demostrando que ha tomado en cuenta los aportes ciudadanos.

Una positiva versatilidad

Desde que asumió el poder el presidente Danilo Medina Sánchez imprimió un giro austero a sus actividades de Estado fuera del país. Causa la impresión de que en la mayoría de los casos viaja al exterior para lo imprescindible. Moderadamente; sin las trullas excesivas de acompañantes que tenían lugar en otras etapas de la República. Parece evitar, por todos los medios, pernoctar fuera del territorio nacional. Un viajero exprés del más alto nivel.
Es lamentable que ese estilo que habla tan bien del gobernante de un país de múltiples necesidades y urgencias, en el que deben decidirse con prudencia los gastos oficiales, sea deslucido por negativas a informar a medios de comunicación que así lo hayan solicitado, detalles del costo de los viajes. Ante una legítima curiosidad reaparece el secretismo ancestral del poder criollo.

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