Viaje innecesario y muy caro

Viaje innecesario y muy caro

FRANCISCO ALVAREZ CASTELLANOS
Cuando el presidente Leonel Fernández realizó una gira de once días por tres países americanos hace muy poco tiempo, yo pregunté qué beneficios había obtenido el país con ese viaje y cuánto le había costado al pueblo. Y le pedí al Presidente de la República que olvidara hacer más viajes, al menos hasta que el país hubiera recuperado su estabilidad económica, por lo menos.

Pero creo que no pasaron cinco semanas del regreso del Señor Presidente cuando se informa al pueblo de una “prolongada gira” que hará por tres países asiáticos: Singapur, Japón y Taiwán.

Y este, precisamente este, no es el momento para que el Señor Presidente saque un pie fuera del país.

La República Dominicana, dejada en desastroso estado por el gobierno anterior, llena de deudas, de problemas, de hambre y de miseria (aparte de la delincuencia rampante que nos abate moral y físicamente), necesita de un timonel que no se aparte ni un segundo de su puesto, so pena de que se “se le hunda el barco”.

Sabemos que Fernández es adicto a los viajes. Como lo fue Hipólito Mejía. Pero no recuerdo que en ninguno de los viajes del ex-presidente y del actual se ha ya conseguido algo realmente positivo para el país. Y a corto plazo.

Entonces, no me explico las razones que puede tener el Señor Presidente en viajar al extranjero con tanta asiduidad, y en este caso al Lejano Oriente, dejando el país sencillamente a la deriva, casi sin luz, con una gran escasez de agua, con los precios de la comida por las nubes, con la justicia acumulando expedientes sobre expedientes, con las calles llenas de depredadores del erario sin que nadie se meta con ellos, con la Cordillera Central ardiendo casi por sus cuatro costados, etc., etc. etc.

¿Qué cree el Señor Presidente que traerá de su “prolongado viaje” al Lejano Oriente? Singapur es una isla-estado en el extremo de la península de Malasia, un poderoso centro comercial y financiero que creció mientras fue posesión británica y que luego ha seguido creciendo en todos los sentidos. Y todo, a pesar de ser un territorio de apenas 618 kilómetros cuadrados. Cabe en el Cibao y nos sobra tierra.

Pero Singapur no puede hacer mucho por nosotros, al menos en cuanto a inversiones se refiere.

Japón es una potencia mundial, que se levantó de sus propias cenizas después de su derrota en la Segunda Guerra Mundial.Pero a lo único que podemos aspirar con Japón es llegar a “acuerdos” para “hacer cosas” en un futuro. Primero es mucho lo que hay que hablar en distintos escenarios, labor que puede ser llevada a cabo por nuestro secretario de Relaciones Exterior y el embajador dominicano en Tokio.

Taiwán es otra cosa. Desde hace más de 40 años han estado ayudándonos en diversos sectores, desde el agrícola hasta en Salud Pública. Hace algunas semanas acaba de entregar e inaugurar un hospital completo en Azua y ni hablar de lo que han hecho los taiwaneses en lo que se refiere al cultivo del arroz, a la creación de nuevos tipos de dicho alimento y muchas cosas más que apenas si se saben.

Pero Taiwán ha venido a nosotros, a enseñarnos cómo en una pequeña isla asiática, amenazada constantemente por el coloso chino, sus habitantes la han convertido en una nación poderosa, económica y socialmente hablando.

¿Quiere el Señor Presidente conseguir cosas de esos países, sin que sea necesario sangrar aún más la desgarrada economía nacional? Entonces hagámoslo racionalmente. Enviemos técnicos dominicanos a aprender a hacer las cosas que se hacen en el Lejano Oriente, y después que vengan, hagámoslas aquí, todo dentro de nuestras posibilidades.

Pero viajar, viajar, viajar, lo único que producirá será ahondar nuestros inmensos problemas de todo tipo, y gastar en viajes inútiles lo que podríamos invertir en pequeñas empresas, en el campo agrícola, en escuelas, en hospitales, etc.

Parece que la filosofía política del Señor Presidente es más bien una “filosofía geográfica”. Primero conocer el mundo y después (si hay un después) aplicar los conocimientos en el país, más bien en lo que pudiera quedar del país.

Pero no hay nada que hacer. Fernández dejará el país ardiendo de todas maneras. Habrá “fuego” en las montañas, en las arcas del Estado (donde no hay nada), en los hospitales y escuelas, en las barriadas marginadas  y hasta en la clase media baja, mientras las clase media alta y la alta y la política ponen a buen recaudo sus haberes para evitarse una catástrofe.

Insisto, el Señor Presidente debe meditar profundamente sobre la necesidad de la “prolongada gira” que se propone realizar a partir del próximo ocho de abril. Porque de no hacerlo, podría estar “afilando el hacha” que cortaría de raíz su hasta ahora promisoria carrera política y haría del PLD otro partido más, sin futuro. Así lo creo yo, con la mayor sinceridad y preocupación del mundo. Así lo pienso. Así lo escribo.

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